No hay historia antes de ser emprendedor para el cofundador y CEO de Global66, pues desde que sus abuelos llegaron a Chile, el emprender fue natural para él. Ahora está al frente de una fintech con presencia en seis países que tiene como foco ser un equipo de alto rendimiento.
“Emprender se trata de resolver problemas. Tener esa capacidad y poder ejecutar. Creo que es una gran habilidad”, dice Tomás Bercovich, quien, de hecho, es emprendedor desde niño. A los 7 años empezó vendiendo cosas en la calle -cerca de su casa-, a los 12 años consiguió trabajar en una tienda de ski y deportes de agua, a los 14 ya era dj en los cumpleaños de sus compañeros del colegio, y a los 15 años fue mozo en un restaurante. Hoy es cofundador y CEO de Global66, una startup fundada en 2018 que actualmente se define como una cuenta global para personas y empresas que necesitan hacer su vida financiera en varios países.
En su oficina, justo detrás de donde está sentado a punto de dar la entrevista, resalta el dibujo de unas montañas nevadas con el mensaje “impossible” escrito. Al otro extremo, detrás de los grandes ventanales del edificio, cobra vida ese dibujo con la imponente cordillera completamente blanca tras los intensos días de lluvia de este atípico otoño en Santiago. Al preguntarle qué es lo que más le gusta de Chile, responde: “Mira esas montañas maravillosas que tenemos, esa vista”.
Se toma su tiempo para responder y conversar, a pesar de que su agenda está llena pues, en pocos días partiría a Europa, con el presidente Gabriel Boric, como parte de su delegación invitada en esta gira oficial.
Tomás, de 41 años, nunca se cuestionó el ir a la universidad. “A mi papá le hubiese dado un ataque cardíaco si no iba”, dice y se ríe. Así que estudió ingeniería civil, se graduó, trabajó un año en un grupo inmobiliario y decidió seguir lo que era natural para él dese niño: emprender. Y, efectivamente, era natural para él porque sus abuelos llegaron a Chile desde Italia y Ucrania y fundaron negocios. Montaron una tintorería y un lavaseco.
Estando en la universidad ya lo había intentado. Junto a unos amigos, creó una empresa cuya idea era rotular los autos completos de publicidad. Sin embargo, no lograron hacer ninguna campaña. “Hubo falta de foco y tuvimos ese aprendizaje”, recuerda.
Luego se lanzó de lleno con una startup que usaba algoritmos para calcular precios de entradas del cine, dando acceso a gente que no tenía tanto dinero para comprar entradas a buen precio. Implementaron el proyecto en Chile y luego en México. “Nos copiaron el modelo y ya no tuvimos mas oportunidad. Era una buena idea pero el time to market fue malo porque en ese momento muchos cines no tenían venta online y, los que tenían, era muy básica. Si lo hubiésemos hecho hoy día o hace 5 años, hubiese sido otro el resultado.
En paralelo, sacaron un spinoff, Cuponatic, empresa en la que fue CEO durante siete años. Actualmente sigue siendo accionista en esta compañía de descuentos, con presencia en Chile, Perú, Colombia y México.
Tras estas empresas, Tomás ganó un premio de emprendedor joven que lo entregaba el Banco Santander junto a Endeavor y la Universidad de Columbia. Eso lo llevó a participar en un programa de emprendedores en Estados Unidos y fue allí que conoció a Cristóbal Forno, quien lo alentó a cofundar Global66, tras un viaje a Inglaterra en el que se dio cuenta de todo lo que estaban haciendo las fintech.
Necesidades globales
Bercovich y Forno se percataron de que más del 50% de la población en Latinoamérica no estaba bancarizada, había poco acceso y los costos muy altos. “Los que menos tienen son los que más pagan y creíamos que con la tecnología podíamos dar acceso mucho mas fácil y bajar precios. Por otra parte, nos dimos cuenta que el mundo cambió -así suene cliché-; nuestros abuelos tendían a ser personas locales: a menos que tocara escaparse por guerras, la gente nacía y moría en el mismo lugar. Hoy la mayoría de consumidores son personas globales, desde que consumen Netflix o Spotify o compran por Aliexpress o Amazon”, cuenta.
Al principio la estrategia estuvo muy centrada en las remesas, pues en Latinoamérica se ha estado viviendo durante los últimos años un gran movimiento migratorio. Pero, tras pasar el tiempo e irse consolidando se percataron de otra cosa: además de la migración forzada, muchos latinoamericanos están viajando para estudiar, trabajar o vivir en el país que quieren y eligen. Y lo mismo está pasando con las empresas que se expanden o contratan freelancers en otros países y deben pagar o mover dinero entre las filiales de distintos países. Es ahí que decidieron ampliar los productos de Global66 y abarcar mucho más, incluso creando una cuenta en dólares.
“Siempre nuestra estrategia fue construir un neobanco global, que le permitiera a personas y empresas hacer su vida financiera local y globalmente de manera fácil, sin fricción, a bajos costos. Partimos por remesas pero hemos ido cumpliendo con nuestro roadmap de construir esta cuenta global con distintos productos como transferencias peer to peer entre usuarios, modalidad de cobro para freelancers o empresas que quieran vender en otros países, el exchanger, entre otros”, detalla el emprendedor.
Global66 tiene oficinas en Chile, Perú, Colombia, Argentina, México y Ecuador. Actualmente contabiliza 1,4 millones de usuarios con cuenta abierta y sólo el mes pasado sus clientes transaccionaron más de 100 millones de dólares. En cuanto a la facturación de la empresa, Bercovich indica que la han venido duplicando año tras año.
Cultura de crecimiento
Para este emprendedor, la burocracia y el ver problemas donde no los hay, termina matando a las empresas. Por ello, uno de sus principales focos actualmente es la cultura. Primero, en densidad de talento. “Muchas empresas dicen que son una familia y nosotros decimos que nos gustaria ser el Bayern Múnich, que es nuestro partner, un equipo de alto rendimiento, que gana copas. Queremos ser un equipo de alto rendimiento y para eso, hay que asegurarse que las personas que entran sean de alto rendimiento, que cuadren con la cultura del equipo y mantener ese talento en el tiempo. El que no rindió, tiene que salir del equipo”, afianza.
Otro de los pilares en esa cultura, agrega, es el feedback. “Estamos empujando mucho que las personas nos digamos las cosas a la cara, de manera constructiva, porque es la única manera de que cada uno mejore como persona y todos mejoremos en equipo y lo tercero es que nos convirtamos en una organización data driver: miramos la data, somos capaces de construirla, interpretarla y tomar decisiones en función de ello. Por eso creamos Global Academy, que partió con un curso de tres módulos. Uno de mis focos es que, de aquí a fin de año, todo Global haya pasado por el curso”, señala.
También le ha dado mucha prioridad a las mentorías y la contención dentro de la empresa -que tiene más de 250 empleados-. “¿Viste la serie Billions? Es una empresa de la industria financiera, más chica en numero de personas de lo que es Global, y la única persona que tienen en recursos humanos, que se llama Wendy, es coach en el fondo y arregla a las personas. Si tú estás con el autoestima baja, ella de alguna manera lo arregla”, relata. De esa forma, Bercovich llevó a Global66 a su coach personal para que los acompañe y ayude en el camino de ser un equipo de alto rendimiento.
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