Por primera vez en la ONU se lograron instancias que no son prohibicionistas de los estupefacientes en el mundo. ¿Qué viene?

Recientemente escuché este podcast de Maria Jimena Duzán, donde se informa de un hito importante del gobierno, la resolución en donde la Comisión de Estupefacientes de la ONU reconoce al enfoque de reducción de riesgos y daños como una de las estrategias de aproximación a la problemática de las drogas. 

El enfoque de reducción de riesgos y daños cambia paradigmas porque busca asistir a los consumidores de estupefacientes a que tengan una vida digna, aceptando la decisión del consumidor de continuar consumiendo y apoyándolo a que lo haga de la mejor manera. Es la primera vez que dentro del sistema multilateral se apoya a una aproximación que no sea enteramente prohibicionista. Este cambio fue a causa de una enorme presión diplomática de Colombia y su intervención en la comisión. Escuchar sobre este suceso me hizo reflexionar sobre ¿Cuáles son las libertades que nuestra sociedad más busca defender? Esta pregunta se encuentra en la raíz de la problemática de las drogas, y también de la crisis ecológica.

Una alianza conceptual que ha moldeado el mundo, tal vez como ninguna otra, ha sido la libertad y el capitalismo. Se nos enseñó a creer que nuestro ordenamiento social está constituido para ampliar al máximo nuestras libertades, y que nuestra libertad de asociarnos económicamente se logra a través de un libre mercado, donde los actores competimos y en base a esa competencia construimos productos y servicios que le dan bienestar a la sociedad. Esta alianza, que se asienta en las “Libertades negativas”, las de “no quitar una libertad”, es débil en las “libertades positivas”, las que se asientan en lograr que de manera fáctica podamos disfrutar de una buena vida (hogar, comida, trabajo digno, etc.), pero también olvida que lograr los niveles de vida actuales ha significado la devastación de nuestro único planeta. 

Aún así, el derecho a existir del mundo vivo no humano determinará las posibilidades del humano de encontrar su bienestar. Los modelos econométricos y la teoría económica dominante todavía considera a la relación del humano con el medio ambiente como una “externalidad”, no como la primera base mediante la cual se debe estructurar el ordenamiento económico y social. Este desfase conceptual obedece a la obsesión del humano occidentalizado en la libertad individual y el antropocentrismo, esta tendencia a pensar que el humano es la única especie importante en el mundo. Pero ahora esa obsesión en la libertad individual, que también se sustenta en defender los privilegios de las clases dominantes y sus estilos de vida altamente consumistas. 

Desde los lentes de la relación de nuestro sistema productivo y el planeta, es evidente que los conceptos de la libertad y del límite siempre deben estar en diálogo, que solo deberíamos incentivar y construir sistemas productivos que hayan medido sus impactos y apunten hacia la regeneración. ¿Y cómo se relaciona esta reflexión con la problemática de las drogas? Acá se puede hacer la misma analogía de la libertad y el límite. ¿Hasta qué punto el consumo de drogas de una persona puede convertirse en problemático para la sociedad y el ambiente? A mi parecer, cuando ese consumo lo obliga a patrocinar las economías que han ahogado a países en la violencia y la corrupción, cuando ese consumo lo hace percibirse como un enemigo de la sociedad y cuando esto degrada los espacios públicos y los lazos familiares. El enfoque de reducción de daños le quita a la insurgencia y a la ilegalidad a nuestros consumidores y los abraza como miembros de una sociedad que está dispuesta a apoyarlos. Ahora bien, en la operativización de este enfoque sí es relevante que haya unas reglas muy claras y procesos de rehabilitación social bien construidos, para que esto no se vuelva lo que los prohibicionistas temen: el apoyo estatal a la degradación social.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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