La situación que se presentó en medio de los Juegos Olímpicos, por la participación en la competencia de la boxeadora Imane Khelif, trajo de nuevo la conversación sobre qué tan familiarizados estamos con los nuevos desafíos de género y cómo los vamos a abordar. Seguimos teniendo mucho por hacer.

Esta semana el mundo entero presenció unos sucesos que evidencian lo vulnerables que todos somos a los mensajes de odio y la polarización en la que vive nuestro mundo. Imane Khelif, una boxeadora de Argelia, venció en un combate de boxeo a Angela Carini luego de que la Italiana se retirara, en una pelea en los Juegos Olímpicos de París.

Carini rompió en llanto, asegurando que no era justo que Khelif, que había sido descalificada anteriormente de una competencia de boxeo por tener un cromosoma XY, la eliminara a ella. El mundo entero reaccionó. Desde todos los rincones se compartieron videos e imágenes vociferando sobre lo ridículo que era ver a un hombre pegarle hasta al llanto a una mujer en una competencia olímpica.

Creo que la gran mayoría de personas caímos ante la falacia de miles de videos que exponían el nivel de ridículo al que ha llegado el llamado movimiento woke, hasta permitir ese tipo de injusticias. 

Ese es mi primer punto de análisis, que la gran mayoría de personas en el mundo caímos ante un discurso de odio que evidentemente no estaba sustentado en la verdad. Las fake news que llaman. Hoy la inmediatez de las redes sociales pueden permitir que una noticia totalmente falsa sea completamente creída por la gran mayoría de la población. Probablemente ésta noticia cogió especial fuerza por el hecho de que refuerza los prejuicios de aquellos que no están de acuerdo con la ideología de género y el movimiento woke, les dio esa narrativa que estaban buscando para justificar su discurso.

Creo que la gran mayoría de personas, aunque apoyemos el movimiento trans y las expresiones de género no binarias estaríamos de acuerdo con que poner a competir a una mujer y a una trans en los juegos olímpicos, en boxeo, es injusto. Aún así, ese es el argumento (el de ‘hombres’ jugando contra mujeres en deportes) más utilizado por los anti woke para expresar lo ridículo de esta posición. Esas estrategias argumentativas denotan una peligrosa incapacidad para identificar matices y complejidades intrínsecas a los movimientos culturales y de expresión de nuevas identidades. En mi caso, interpreto a los antiwoke como una visión del mundo que busca aferrarse a sus prejuicios utilizando cualquier argumento a su disposición, buscando ejemplos extremos para probar su punto.

Ahora bien, la fluidez y multidimensionalidad de la expresión del género diversa seguirá teniendo que enfrentarse con dilemas y preguntas sobre cómo aproximar las categorías con las que el mundo “binario” y heteropatriarcal ha decidido construir para interpretar el mundo. ¿En qué punto se traza la línea para una persona intersexual al decidir competir en un deporte como hombre o mujer? ¿Cómo reaccionar ante cambios de género que tengan repercusiones legales (digamos relacionados con la edad de retiro)? 

Mientras el movimiento de la diversidad de género surge como nuevas maneras de expresar la identidad y permite divisar diferentes comprensiones de nuestra humanidad, este es influenciado por corrientes de pensamiento constructivistas, que promulgan que la realidad es esencialmente construida por la mente. El constructivismo se caracteriza como filosofía por buscar la deconstrucción (de ahí el nombre) de casi todas las estructuras, pensamientos, ideas, que ha tenido la sociedad, entendiéndolas como relaciones de poder, que tienen raíces históricamente determinadas y que por lo tanto no obedecen a una realidad objetiva.

Siendo el movimiento Woke un heredero filosófico de una epistemología tan fluida y poco operacionalizable dentro de los estándares de una sociedad que se ha acostumbrado a buscar la objetividad y las categorías rígidas, es apenas natural que se encuentre con detractores y que esto genere luchas de poder y tensiones ideológicas.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

Lea también: ¿Cómo avanzan las tecnologías de captura de carbono?