Es claro que la televisión nacional está desconectada de sus más jóvenes usuarios y esta situación se remonta al inicio de los canales privados, cuando niños y adolescentes perdieron espacio en la parrilla. ¿Qué lugar ocupa la tv nacional hoy en los hogares?
Quienes tenemos más de 40 años somos nostálgicos por naturaleza. Ignoramos la evidencia de los duros años 80 en Colombia para romantizar el copete de Alf, el rock en español, los bailes de garaje y los casettes. Somos la generación que creció viendo dos canales y medio de televisión y nuestros referentes nacionales son los mismos: ‘Dejémonos de vainas’, ‘Don Chinche’, ‘Vuelo secreto’, ‘Gallito Ramírez’ y otras grandes producciones de la historia de la televisión colombiana. También crecimos viendo los shows “enlatados”, llamados así porque se transportaban en grandes latas de cine y se vendían en ese formato por la incompatibilidad entre los tres sistemas de televisión análoga: PAL y Secam, populares en Europa y el norteamericano NTSC, que teníamos en Colombia. Entre los enlatados hay también programas inolvidables como ‘MacGyver’, ‘Profesión peligro’, ‘Manimal’, ‘Los magníficos’ y ‘El auto fantástico’.
Esa generación, llamada X, que fue niña en los 80s y adolescente en los 90s y la de los boomers (sus padres) son las únicas que aún se asoman por los canales nacionales. Y digo se asoman, porque es evidente que las plataformas de streaming hoy acaparan un altísimo porcentaje de la preferencia de los espectadores de todas las edades. Los millennials, centennials y la generación Alfa solo consumen la televisión de sus padres cuando son estos los que tienen el control, pero es realmente difícil que alguien que tenga menos de 35 años y buen acceso a Internet, prefiera ver televisión nacional.
Así las cosas, los canales nacionales de televisión llevan más de una década programando series, telenovelas, realities y programas de variedades para las clases más populares y apuntando a las personas mayores.
Es claro que la televisión nacional está desconectada de sus más jóvenes usuarios y esta situación se remonta al inicio de los canales privados, cuando niños y adolescentes perdieron espacio en la parrilla. La televisión colombiana pasó de tener dramatizados, concursos, series y musicales para sus espectadores más jóvenes a presentar programas contenedores (como Club 10 y Tu planeta bichos), que pasaban algún contenido propio, pero, fundamentalmente, capítulos antiguos de programas que los usuarios ya podían ver en la televisión por cable. Esos usuarios, descuidados por los canales, son hoy padres de familia y en sus hogares la tv nacional no ocupa un espacio relevante.
La llegada del streaming y su popularización pospandemia complicó aún más el panorama para la televisión nacional, que ve sus cifras caer en picada y que ha encontrado la fórmula “mágica” para rescatar a sus televidentes: la repetición, la secuela y el remake. Cual nostálgica cuarentona, la televisión privada ha optado por repetir una y otra vez los éxitos del pasado: ‘Pasión de gavilanes’, ‘Café con aroma de mujer’, ‘Vecinos’, ‘La hija del mariachi’, ‘El capo’, ‘Las detectivas y el Víctor’, ‘El man es Germán’, ‘Nuevo rico nuevo pobre’ y, más recientemente, ‘Tres Caínes‘, entre otras. A todo esto, se suman las repeticiones de nuestro producto nacional más exitoso: Yo soy Betty la fea, que ha sido programado al menos cinco veces, incluso de manera casi consecutiva.
Además de las repeticiones, los canales encontraron como posible solución la puesta al día de algunos productos exitosos de décadas anteriores. En los últimos años hemos visto nuevas versiones de ‘Dejémonos de vainas’ (Dejémonos de Vargas), ‘Café con aroma de mujer’, ‘Pasión de Gavilanes’ (a su vez, remake de Las Aguas Mansas), ‘Hasta que la plata nos separe’ y ‘Ana de Nadie’ (Señora Isabel), entre otras. Algunas de ellas han funcionado bien (como Ana de nadie, que supo rescatar el espíritu de la original y actualizarlo a la realidad contemporánea), pero la mayoría intentan acudir a la nostalgia de quienes vieron las originales y conectar con nuevas audiencias que tienen otros intereses y expectativas.
Finalmente, se han realizado secuelas (continuaciones) de algunos productos de principios de siglo que hoy se pasan por plataformas de streaming. Nuevas versiones de ‘Yo soy Betty la fea’ y ‘Pedro el escamoso’ hacen parte de la programación de Prime Video, pero no despiertan el interés que sus predecesoras.
La fórmula ha sido agridulce, pues muchos espectadores están contentos con las repeticiones, secuelas y remakes, pero muchos otros prefieren ver contenido nuevo y original; de ese que también han hecho los canales públicos y privados con resultados de aceptación irregulares. Se sigue produciendo televisión de alta calidad dirigida a todos los públicos, pero tristemente esta tiene cada vez menos audiencia y muchos de estos programas, producidos por canales locales y regionales, son prácticamente invisibles. Paralelamente, los canales privados han encontrado una importante veta para su supervivencia: la producción de contenidos para plataformas de streaming, con márgenes de ganancia más amplios y apuestas más seguras.
Con este panorama, es importante preguntarnos: ¿Tienen los canales privados posibilidad de sobrevivir en este nuevo ecosistema o volverán a su origen cuando se dedicaban a producir contenidos para una plataforma que no era suya? ¿Tienen futuro las plataformas propias cuando las extranjeras son cada vez más potentes y cercanas a la audiencia? Las fórmulas suelen funcionar muy bien hasta que se agotan y, cuando esto pase, posiblemente no tendremos nuevos clásicos de la televisión colombiana que queramos repetir en unas décadas para recordar el momento actual.
Por: Jerónimo Rivera-Betancur*
*El autor es director del programa de Comunicación Audiovisual, Universidad de La Sabana.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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