¿En qué momento la información deja de ser un servicio y se convierte en un problema?
Cuando la información que debería funcionar como un servicio público se mutila, se oculta, se tergiversa, se distorsiona o se expande con datos inciertos, deja de ser un servicio. Si allí se pretenden solo intereses comerciales o ideológicos, esa información se ha convertido en una mercancía o en un procedimiento para manipular; y la supuesta orientación a la gente se transforma en distorsión. Además, lo que se expone como una labor social acaba siendo un sistema de desorientación o falseamiento.
Por supuesto, con toda la validez y el respaldo legal, hay otro tipo de información con la cual se busca la rentabilidad. Sin embargo, para esos casos y en pos de la transparencia, ese tratamiento debe quedar muy claro tanto para emisores como para receptores. Tan determinante es hoy ese tipo de información, que tomar aquella que ha sido confirmada o que entraña altas probabilidades de acierto constituye un valor y un precio incalculables.
Mercadear con la información implica utilizarla como un activo valioso para generar beneficios económicos, sociales o políticos. Entre muchos de estos, se cuentan los datos y estadísticas, ofertados a empresas, investigadores o instituciones. Están también los informes y análisis en nichos específicos, así como el contenido de calidad, en que se destacan artículos, videos o pódcast. Para consultoría, de la misma manera son muy útiles los asesoramientos estratégicos de los expertos, los análisis de mercado que les permiten a las empresas comprender las tendencias y oportunidades, además de las investigaciones específicas para los clientes que así lo soliciten.
En el caso de la publicidad, son determinantes los datos relevantes para dirigirla a audiencias específicas, la creación de contenidos para atraer y retener a los clientes y el contrato de influenciadores para divulgar la existencia de servicios y productos. A ello se suman las plataformas para conseguir información, compartir, vender y visualizar datos.
En el sector educativo y de capacitación, se crean cursos sobre temas específicos, se ofrecen talleres, seminarios o mentorías con orientación personalizada. También se trabaja con suscripciones, licencias o patentes, la mayoría de las veces para vender los derechos de uso. Para todo ello, la privacidad y seguridad de los datos deben respetarse; se requiere un cumplimiento ajustado a las leyes y regulaciones; la integridad de la información ha de ser una garantía y, por supuesto, las relaciones con los clientes y socios deben ser muy claras.
Con esta suficiente salvedad, un tratamiento muy diferente entraña el campo de los llamados medios masivos de información, sobre todo cuando se dice que la intención consiste en oficiar como canales periodísticos. En ese ámbito y con esa distinción, se sobreentiende que también se requiere una sostenibilidad, un lucro. No obstante, si la información que se transmite por allí esta supeditada a la rentabilidad o a cualquier línea doctrinaria, la confianza en esas emisiones empieza a diluirse.
El periodismo se entenderá aquí como el cúmulo de actividades que conducen a llevarle al público en general las informaciones confirmadas, equilibradas, de trascendencia e impacto social que modifican el ritmo regular del dinamismo colectivo y que pretenden orientar a la gente a fin de que esta tome decisiones libres y mejoren su calidad de vida. Es decir: el enfoque debe ser el servicio a la gente; el punto de partida, la verdad (en su sentido práctico).
Muchos expertos en periodismo afirman que es válido el funcionamiento de un medio de información con posturas definidas en materia económica o ideológica. ¡Obvio: también en eso consiste la libertad de expresión! Pero, el público merece estar enterado con claridad de esos referentes, a fin de que comprenda las apreciaciones tendenciosas en un medio específico. Es un engaño ocultarle al público los motivos de ciertos sesgos frente a los hechos calificados de noticia. Junto a esta exigencia ética, también debe distinguirse en toda emisión pública cuándo un contenido corresponde a los hechos mismos y cuándo es una opinión.
Además, si han de presentarse versiones de personas entrevistadas para que compartan su punto de vista acerca de un hecho en particular, debe darse el mismo despliegue para quienes opinan a favor y para quienes opinan en contra. No está nada bien ofrecer, por un lado, hielo derretido y, por el otro, agua, porque debe ser el receptor de la información quien decida qué desea beber. Cambiar un empaque no garantiza el cambio de contenido: debe ser otro el contenido, otra la perspectiva.
El doctor español José Luis Dader García, especialista en ciencias de la información, señala que el periodismo, además de ser un método para dar a conocer acontecimientos de relevancia para una sociedad, también es una ciencia que combina la recopilación, verificación, síntesis y clarificación de la información acreditada como relevante y cierta, para servir desinteresadamente a los ciudadanos en su necesidad de un seguimiento preciso de los asuntos de interés público o potencialmente capaces de afectar a sus vidas.
Por su parte, Álex Grijelmo, doctor en periodismo, aclara: “Es importante denunciar el mal uso del dinero público, acabar con la violencia, pero eso falla si hemos fallado en los medios, si no hemos dado voz a todas las partes involucradas, si no hemos verificado los datos, si nos basamos en una sola fuente”.
Un medio disfrazado de periodístico se descubre cuando sus intereses se centran en aumentar la audiencia y la pauta comercial, relegando para tales fines la calidad de la información. El entretenimiento, el humor o las transmisiones deportivas, entre otras ofertas informativas, pueden alternarse con la información de trascendencia y de impacto social, pero no son periodismo. A la colectividad no le cambiará de manera radical la vida porque una cantante luzca un vestido verde, morado o blanco en una de sus presentaciones, porque un comediante entretenga cada día a las familias colombianas o porque en un partido de fútbol un árbitro anule un gol.Por todo eso, cuando se dice “para servir desinteresadamente a los ciudadanos” o si “no hemos dado voz a todas las partes involucradas”, surge la inquietud acerca de si los medios masivos de información están para servirle al público o para servirse del público.
Por: Jairo Valderrama*
*El autor es Doctor en Ciencias de la Información de la Universidad Austral (Argentina) y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Sabana (Colombia).
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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