Estados Unidos ha sabido aprovechar la diversidad migratoria como una ventaja estratégica, que le deja a Colombia lecciones invaluables que aprender, pues siempre ha estado cerrada a recibir inmigrantes.
Estados Unidos es un testimonio vivo del impacto positivo que tiene la inmigración en el desarrollo económico, social y cultural de una nación. Este país, construido sobre las contribuciones de inmigrantes de todas partes del mundo, ha sabido aprovechar su diversidad como una ventaja estratégica. Para Colombia, una nación rica en recursos, pero históricamente cerrada a recibir inmigrantes, hay lecciones invaluables que aprender.
Los ejemplos en Estados Unidos abundan. En Silicon Valley, el epicentro de la innovación tecnológica, más del 50 % de las startups tienen al menos un fundador extranjero. Empresas como Google y Tesla fueron impulsadas por líderes inmigrantes: Sergey Brin, nacido en Rusia, y Elon Musk, originario de Sudáfrica, respectivamente. Estas compañías no solo generan empleo, sino que crean tecnología que transforma vidas en todo el mundo. En el sector médico, más del 30% de los médicos en Estados Unidos son extranjeros, llenando vacíos críticos en regiones donde la falta de profesionales de la salud sería devastadora.
¿Por qué ha funcionado este modelo? Primero, porque Estados Unidos ha creado políticas que, aunque imperfectas, buscan atraer talento. Visas para trabajadores especializados, programas de integración y la posibilidad de naturalización son algunos de los incentivos que han posicionado al país como un imán para quienes buscan oportunidades. Pero el éxito va más allá de lo económico: la diversidad ha enriquecido la cultura estadounidense, haciendo que su música, comida y arte sean reflejo de un mundo interconectado.
En contraste, Colombia ha tenido una postura ambivalente frente a los inmigrantes. Aunque en los últimos años se ha hecho un esfuerzo por integrar a los venezolanos desplazados por la crisis de su país, la historia de Colombia demuestra una tendencia a ser más receptiva con ciertos perfiles migratorios, como europeos durante la posguerra, mientras que otros grupos han enfrentado obstáculos legales y sociales.
¿Qué nos estamos perdiendo? Mucho. Colombia podría beneficiarse enormemente de una política migratoria más abierta y estratégica. La llegada de inmigrantes con diferentes habilidades y perspectivas podría dinamizar sectores clave como la tecnología, la salud y la agricultura. Además, un flujo controlado de talento extranjero podría contribuir a mitigar problemas de desempleo estructural al complementar la fuerza laboral local, en lugar de competir con ella.
Para lograrlo, el gobierno colombiano debería considerar las siguientes medidas:
- Crear visas especializadas para atraer talento en áreas críticas como tecnología, ciencias y medicina.
- Facilitar la integración cultural y económica mediante programas de inclusión que enseñen español, expliquen el funcionamiento del sistema local y ofrezcan incentivos fiscales para quienes inviertan en el país.
- Incentivar la inversión extranjera vinculada a la inmigración, promoviendo la llegada de emprendedores que generen empleo local.
- Combatir la xenofobia mediante campañas educativas que resalten los beneficios de la diversidad y celebren las historias de éxito de inmigrantes en Colombia.
Colombia tiene el potencial de ser un país más competitivo, inclusivo y próspero, pero para ello es crucial aprender de quienes han sabido convertir la inmigración en una ventaja. Estados Unidos ha demostrado que la diversidad es una riqueza; ahora nos toca a nosotros decidir si estamos dispuestos a abrir nuestras puertas al mundo.
Por: Mauricio Sáenz*
*El autor es CEO de Rentek.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
Lea también: El mercado de capitales colombiano: un análisis