Las Mipymes representan el 99,5% del tejido empresarial colombiano. Sin embargo, la política e institucionalidad para estas empresas tiene graves debilidades. ¿Qué debe cambiar?

Aunque, las estadísticas del MinCIT revelan que el 99,5% del tejido empresarial colombiano está compuesto por micro, medianas y pequeñas empresas (Mipymes), la política e institucionalidad para ese tipo de empresas presenta graves debilidades que frenan su impacto en el desarrollo económico del país. Esto se refleja en el indicador del Dane, que muestra a las Mipymes contribuyendo únicamente con el 35% del PIB.

Históricamente, Colombia se ha caracterizado por tener una proporción exagerada de empresas pequeñas frente a las grandes, a lo cual se le suma que de cada 100 empresas que se crean, únicamente 33 logran sobrevivir después de cinco años, según un estudio de Confecámaras.

Persisten problemas como la informalidad, el escaso acceso al financiamiento formal, la baja productividad, la limitada proyección internacional y la falta de coordinación institucional.

Los índices de informalidad muestran la incapacidad del Estado de incentivar con sus políticas un nivel de formalización empresarial pertinente para un país que quiere dar saltos importantes en su desarrollo económico y social. En esa línea, de acuerdo con el Dane, en el trimestre móvil agosto-octubre de 2024, el solo porcentaje de ocupación informal en las microempresas ascendió al 84.7%.

En lo relacionado al acceso bancario, la encuesta de Mipymes Anif 2022-2023 revela que menos de 25 de las Mipymes en Colombia acceden al crédito formal, en lo que influye mucho su condición informal, falta de garantías y las tasas de interés altas. Esta restricción financiera impide sensiblemente que las Mip|ymes inviertan en innovación y expansión, afectando su competitividad.

En cuanto a la productividad, el hecho que el 99.5% de las Mipymes solo generen el 35% del PIB, pone en evidencia una productividad demasiado deficiente. En esa dirección, la firma Sectorial, concluyó en un informe que, en 10 de los 18 años recientes, la eficiencia con la que se combinan los recursos laborales y de capital en Colombia fue negativa, es decir, el país es ineficiente.

En materia de comercio exterior, ProColombia, manifiesta que solo el 14% de las Pymes han exportado sus productos y servicios, y el 24% tienen expectativas de hacerlo, lo cual es un indicador bastante incipiente. Es decir, el grueso de las empresas pequeñas claramente no tiene condiciones competitivas en el mercado internacional.

Pero, sin lugar a duda, el principal factor estructural que restringe el desarrollo de las MiPymes es la fragmentación y falta de coordinación institucional, pues a pesar de que existen múltiples programas y entidades destinados a apoyar a las MiPymes, como Min CIT, Bancóldex, Innpulsa y el SENA, la dispersión y falta de articulación y coordinación entre estas entidades genera barreras que diluyen los beneficios de las políticas públicas. 

Esto se traduce en recursos subutilizados, esfuerzos dispersos y empresas incapaces de aprovechar al máximo las oportunidades disponibles. 

La solución para superar este obstáculo al desarrollo empresarial ya ha sido concebida e implementada con éxito por varios países, que, reconociendo la importancia y las particularidades de las pequeñas empresas, han diseñado políticas e institucionalidades adaptadas a sus necesidades específicas.

Los países donde las pequeñas empresas son fuertes y tienden a escalar se caracterizan ante todo por tener políticas ambiciosas centralizadas que promueven no solo la creación de empresas, sino que también les facilitan su sostenibilidad, competitividad y crecimiento.

En estas economías, la política pública muestra una concentración estratégica y especializada en las pequeñas empresas, entendiendo su importancia como motor económico, al tiempo que implementan políticas específicas para las grandes.

En tal sentido, Corea del Sur se destaca con su Ministerio de Pymes y Startups (MSS), un organismo dedicado exclusivamente a fortalecer este sector mediante políticas que las integran a las cadenas productivas de grandes conglomerados y fomentan su internacionalización e innovación. Un reporte del (MSS) indica que las Pymes representan el 99,9% de las empresas del Corea del Sur y generan el 82,7% del empleo en el sector corporativo. Asimismo, contribuyen con cerca del 50% de las ventas totales del sector empresarial.

Con esa misma lógica, en Estados Unidos, la Small Business Administration (SBA) concentra su acción en financiamiento accesible, garantías de préstamos y la reserva de contratos federales para PYMES, entre más apoyos que aseguran su competitividad. 

Japón, a través de su Small and Medium Enterprise Agency (SMEA), diseña estrategias enfocadas en la modernización tecnológica y la colaboración industrial, garantizando su protagonismo en sectores estratégicos.

 Alemania se centra en su Mittelstand, apoyado por el banco estatal KfW, que facilita recursos financieros específicos para fortalecer estas empresas con una fuerte orientación a la digitalización y sostenibilidad. Brasil, con SEBRAE, concentra sus esfuerzos en capacitación, financiamiento y asesoramiento exclusivo para pequeñas empresas.

Estos países demuestran que la concentración de políticas en las pequeñas empresas no solo impulsa su crecimiento, sino que las posiciona como un eje estratégico del desarrollo económico sostenible.

Colombia necesita una institucionalidad especializada, que implemente políticas exclusivas para las pequeñas empresas, diferenciadas de las grandes. Esto incluye financiamiento accesible, integración en cadenas productivas, incentivos fiscales, capacitación, apoyo a la exportación y un sistema de compras públicas que garantice participación equitativa para las Mipymes. 

Si se toma en serio el ejemplo de estos países de referencia, el gran paso para llevar a las pequeñas empresas a mayores niveles de formalidad, productividad, competitividad y escalabilidad, con un impacto significativo en el PIB, es la creación de una institucionalidad centralizada y especializada, como un ministerio de Mipymes o una gran agencia, con la misión y el presupuesto necesarios para impulsar su desarrollo y crecimiento.

Por: Iván Darío Arroyave*
*El autor es consultor empresarial. Se ha desempeñado como presidente de la Bolsa Mercantil de Colombia, decano de postgrados de la Universidad EIA, director de posgrados en finanzas de la Universidad de la Sabana y consultor del Banco mundial. 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia

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