La transformación de los roles laborales es inminente por lo que es imperativo redefinir la manera en la que el talento interactúa con la tecnología. ¿Cómo hacerlo?
La inteligencia artificial ya no es una promesa futurista; es una fuerza transformadora que conecta e impulsa a todas las industrias. Sus aplicaciones están diseñadas para revolucionar el futuro del trabajo al fusionar innovación, sostenibilidad y nuevas dinámicas de colaboración híbrida. En este contexto, la tecnología no solo optimiza procesos, sino que redefine cómo trabajamos, creando entornos más modernos, conectados y altamente productivos. Sin embargo, el verdadero reto está en utilizar estas herramientas para fortalecer los vínculos humanos y encontrar un equilibrio.
El HP Work Relationship Index 2024, basado en 16.000 encuestas, advierte sobre la fragilidad de las relaciones laborales: apenas el 43% de los trabajadores se siente conectado con sus compañeros, y esta cifra cae al 38% entre la Generación Z. Además, un 54% percibe la tecnología como un obstáculo en lugar de un facilitador, el mensaje para las empresas es contundente: la tecnología debe ser el puente, no la barrera. En un mundo impulsado por la innovación, la prioridad debe ser fomentar la interacción humana y construir conexiones significativas que transformen el entorno laboral.
Por ejemplo, Microsoft indica que casi el 70% de las empresas Fortune 500 ya utilizan Microsoft 365 Copilot para automatizar tareas rutinarias. Mientras tanto, IBM proyecta que durante el 2025 los agentes de IA no serán simplemente sistemas diseñados como asistentes, sino auténticos “colaboradores virtuales”: capaces de anticiparse a las necesidades, tomar decisiones en tiempo real basadas en contexto y ejecutar acciones complejas con autonomía.: capaces de anticiparse a las necesidades, tomar decisiones en tiempo real basadas en contexto y ejecutar acciones complejas con autonomía.
En paralelo, herramientas como la realidad virtual, que ya permiten simulaciones colaborativas en entornos inmersivos y experiencias más realistas; y los gemelos digitales, cada vez más implementados para mejorar la gestión de recursos y procesos, nos demuestran que el futuro no sólo estará marcado por la presencia de la IA, sino que son muchas las tecnologías que se están abriendo paso hacia un futuro de posibilidades infinitas, donde la creatividad y la eficiencia se combinan para transformar nuestra forma de vivir y trabajar.
El panorama es prometedor, pero esta evolución traerá nuevos retos. La transformación de los roles laborales es inminente por lo que es imperativo redefinir la manera en la que el talento interactúa con la tecnología, para que asuman un papel de supervisores y socios estratégicos de estas herramientas. La clave será garantizar una gobernanza sólida y un uso ético, mientras navegamos hacia un modelo de trabajo donde la colaboración entre humanos y máquinas marcará el ritmo de la productividad del futuro.
De igual manera, la ciberseguridad será fundamental para proteger datos y garantizar la privacidad de los usuarios, mientras que las empresas deberán equilibrar la inversión en estas tecnologías con un enfoque en el bienestar de sus empleados.
En definitiva, este panorama nos lleva hacia lo que Softek define en su “Reporte Anual de Tendencias Digitales 2025” como una ‘autonomía total’: un motor clave de la transformación digital. Empresas más independientes, impulsadas por la automatización inteligente, y personas con mayor control gracias a interfaces intuitivas y personalizadas, son el corazón de esta visión. La pregunta no es qué viene después de la IA, sino cómo evolucionará nuestra relación con la tecnología. Estamos en el umbral de una era donde la inteligencia artificial dejará de ser vista como una herramienta externa para convertirse en una extensión natural de nuestras capacidades profesionales. El siguiente paso no es tecnológico, sino cultural: la verdadera revolución será la “inteligencia convergente”, donde el potencial humano se amplifica a través de una simbiosis armoniosa con la inteligencia artificial.
Pero más allá de los datos, lo fascinante será ver cómo esta integración redefinirá las habilidades más valoradas en el mercado laboral. La creatividad, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional, características inherentemente humanas que se convertirán en las competencias más cotizadas, mientras que las tareas repetitivas y analíticas serán dominio de nuestros colaboradores digitales.
Lo que viene después de la IA no es un salto tecnológico, sino una transformación en la forma en que concebimos el trabajo mismo. Así como evoluciona el panorama laboral, también lo hacen las expectativas en cuanto a tecnología. Por ello, es fundamental proporcionar a los profesionales las herramientas adecuadas para sus experiencias laborales, así como aquellas que los ayuden a ser más eficientes. La próxima frontera está en crear ecosistemas laborales donde la tecnología potencie nuestra humanidad en lugar de reemplazarla. En el corazón de este cambio está el equilibrio: aprovechar el potencial transformador de la tecnología sin perder de vista la necesidad humana de propósito y conexión. En este camino, herramientas que humanizan la tecnología no solo son opcionales, sino necesarias para construir un futuro donde progreso y humanidad avancen de la mano.
Por: Sandra Hinestroza*
*La autora es Directora General de HP en Colombia.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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