Ninguna tecnología es políticamente neutra, por lo que en el caso de las criptomonedas es necesario pensar en quién puede perder, quién puede ganar. ¿Cómo avanza el tema?
Recientemente estuve en una charla de una empresa que buscaba vender cryptoactivos, presentándolo como un cambio radical en la estructura y el funcionamiento de la sociedad misma. La premisa es la siguiente: el blockchain y la evolución de los cryptoactivos nos llevan hacia sociedades descentralizadas, donde no haya necesidad de ser regulados por gobiernos y bancos que amasan poder e interceden en la posibilidad de que la ciudadanía se valga por ella misma.
La descentralización como una manifestación de la libertad en su máxima expresión. En repetidas ocasiones los asesores hablaban de un cambio de paradigma. Me llamó la atención la facilidad y fluidez con la que distintos sectores de la sociedad hablan de algo tan profundo y complejo como un cambio de paradigma.
La libertad como el objetivo de la humanidad ha sido un axioma desde la llegada de las civilizaciones modernas, y eso hace la narrativa de la descentralización que permiten las cryptos atractiva para los liberales. Es interesantísimo como ideologías aparentemente opuestas pueden encontrarse dentro de éstos planteamientos. Muchos anticapitalistas/anarquistas ven en las criptomonedas/monedas autónomas la posibilidad de crear un nuevo sistema que sea mucho más justo y descentralizado; aunque observando las implicaciones prácticas el advenimiento de las cryptos presagian absolutamente lo contrario: el sueño neoliberal de un mercado sin ningún tipo de regulación.
Es urgente que pensemos cada vez más no solo en ideales abstractos de relaciones entre actores (descentralización vs centralización) y más en cuáles son las implicaciones prácticas de cierta tecnología. Ninguna tecnología es políticamente neutra, por lo que es necesario pensar en quién puede perder, quién puede ganar y qué es lo que ganarían distintos grupos sociales con el crecimiento de estas tecnologías.
Un fenómeno contemporáneo que ha sido extensamente estudiado por Mariana Mazucatto es la “financiarización” de la economía, en donde se muestra que los servicios financieros han tomado un rol completamente dominante en todos los aparatos productivos. Hoy las mentes más brillantes no están resolviendo los problemas más profundos de la humanidad, están en Wall Street trading derivados y mirando cómo pueden incrementar el capital de los billonarios. ¿No es toda esta tendencia del crypto una manifestación de ésta problemática? Esta moda también podría ser interpretada como un culto a la plata fácil y no trabajada.
Miles de emprendedores techbros consideran que la medición y tokenización de los servicios del planeta es la salida para poder conservarlo, asumiendo que podrán vender en crypto-monedas los servicios esenciales que nos permiten la vida y que el hype que éstas generan van a lograr una demanda que salvará a nuestro planeta, contribuyendo a una visión de avaluar nuestra relación con la tierra de acuerdo a los caprichos de la oferta y la demanda. Lo que no contemplan en su cosmovisión de fetiche a la tecnología es que las radicales transformaciones que requiere nuestro mundo requiere sobretodo que avancemos más allá de los paradigmas economicistas que hoy dominan nuestro ordenamiento hacia otros esquemas de sociedad; que naveguemos en conjunto en definir cuáles son esas reales necesidades que no estamos atendiendo y cómo podemos hacerlo dentro de los límites del planeta. Ésto significa que la brújula de medida hacia todo lo que es bueno debe dejar de ser el incremento del capital financiero.
Ojalá que toda esta tendencia crypto nos invite a tener conversaciones mucho más reflexivas sobre la naturaleza del bienestar, del valor y de cómo podemos utilizar distintas maneras de transar el capital para apuntar al mejoramiento ambiental, social y espiritual de la especie humana.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
Lea también: Sobre Trump y la necesidad de reimaginar el futuro humano