Esta mentalidad de escalar proyectos a corto plazo es una de las razones por las cuales Colombia no ha dado el salto hacia el verdadero liderazgo regional e internacional. ¿Cómo cambiarla?

En Colombia, a menudo nos encontramos atrapados en proyectos de mediana escala, como si nuestra capacidad de soñar y construir a lo grande estuviera limitada por la falta de visión o recursos. Aunque tenemos mucho que ofrecer, las decisiones gubernamentales y empresariales se enfocan en soluciones que no necesariamente abren nuevas fronteras para el desarrollo del país. Se observa que muchas veces nos conformamos con lo alcanzable, con lo seguro, y evitamos los proyectos de gran envergadura que podrían transformar de forma radical nuestro futuro. 

En mi opinión, esta mentalidad de escalar proyectos a corto plazo es una de las razones por las cuales Colombia no ha dado el salto hacia el verdadero liderazgo regional e internacional.

La hipótesis detrás de esta mentalidad es que, históricamente, Colombia ha sufrido de una inestabilidad política y económica que ha limitado el deseo de emprender proyectos a gran escala. Los temores al cambio, la incertidumbre en torno a la viabilidad de estos grandes proyectos y las estructuras de poder que prefieren mantener el control, en lugar de fomentar la innovación, han generado una resistencia a pensar en grande. Sin embargo, esta visión estrecha puede estar costándonos más de lo que pensamos. El reto es que debemos comenzar a soñar en grande y pasar a la acción.

¿Cómo podemos romper esta barrera mental y lanzarnos a proyectos de mayor escala? Aquí algunas ideas que podrían cambiar la cara del país:

  1. Ampliar el Aeropuerto El Dorado en tres años, no en diez.
    El aeropuerto de Bogotá es el principal punto de entrada al país, pero está lejos de ser un espacio acorde con la demanda del futuro. En lugar de pensar en una ampliación para dentro de 10 años, ¿por qué no aceleramos el proceso y lo tenemos listo en tres años? No solo aumentaríamos la capacidad de pasajeros, sino que también estaríamos creando miles de empleos y mejorando la conectividad internacional de manera significativa. A largo plazo, sería un motor de crecimiento económico que colocaría a Colombia en el radar global de inversión.
  2. Convertir la Isla de Barú en un destino turístico de clase mundial, como Cancún.
    Barú, cerca de Cartagena, tiene un potencial impresionante para convertirse en el próximo gran centro turístico del Caribe. Si transformamos esta isla en un destino turístico con infraestructura de primera, como resorts de lujo, marinas y centros de convenciones, Colombia podría rivalizar con los destinos más exclusivos del Caribe. Esta transformación no solo aumentaría el turismo, sino que también generaría una gran cantidad de empleos, fortalecería la economía local y podría convertirse en un hub para negocios internacionales.
  3. Construir un tren rápido de Bogotá a Zipaquirá utilizando los rieles existentes.
    Aunque la idea de un tren rápido que conecte Bogotá con otras ciudades suena a algo futurista, la infraestructura ferroviaria ya existe en gran parte. Aprovechando los rieles que conectan la capital con Zipaquirá, podríamos crear un sistema de transporte rápido, eficiente y ecológico. Este proyecto aliviaría el tráfico en Bogotá, mejoraría la calidad de vida de los ciudadanos y promovería el desarrollo en las áreas aledañas. La implementación de este sistema sería un primer paso hacia un proyecto de movilidad interconectado y sostenible a nivel nacional.
  4. Adoptar una doble moneda, con el dólar como alternativa.
    En un mundo globalizado, contar con una doble moneda puede ser clave para el desarrollo económico. Si adoptáramos al dólar como moneda alternativa junto al peso colombiano, Colombia podría reducir los efectos de la volatilidad cambiaria y atraer inversión extranjera. Además, esto fortalecería la confianza de los inversionistas y facilitaría el comercio internacional. Tres beneficios directos de esta medida serían la estabilidad económica, la atracción de más inversiones extranjeras y la protección de los ciudadanos ante la inflación.

En conclusión, si queremos que Colombia de un salto hacia el futuro, debemos dejar de pensar en pequeño. La clave está en transformar estos proyectos visionarios en realidades tangibles. Solo así, podremos competir en el escenario global con el tipo de ambición que verdaderamente nos lleva a ser una potencia en América Latina.

Por: Mauricio Sáenz*
*El autor es CEO de Rentek.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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