Lo que comenzó como un emprendimiento entre amigas se transformó en una marca que apuesta por el diseño con narrativa y un modelo de autofinanciamiento que mezcla identidad, estructura y visión global.

En 2019, María Paula Ramón y María Carolina Gutiérrez registraron formalmente Doménica, una marca de ropa que había comenzado un par de años antes como un proyecto entre amigas en la universidad. En 2021 ya eran noticia por haber facturado $1.200 millones. Hoy, cuatro años después, no solo han crecido a doble dígito cada año, sino que su nombre aparece al lado de marcas como Juan Valdez, BBC, Hojas, Rigo y Adidas.

Todo cambió para ellas cuando, en una feria universitaria, una clienta potencial les propuso producir mil hoodies para Budweiser. El pedido nunca se concretó, pero sí les abrió los ojos: había una oportunidad de diseñar y fabricar merch de calidad para empresas que quisieran conectar mejor con sus comunidades. Ahí nació Doménica by You, una línea especializada en colaboraciones que les ha permitido mezclar su sello creativo con el universo de otras marcas.

“Vimos que había un hueco en el mercado o era merch muy básico, o era ropa sin historia. Nosotras queríamos hacer algo bien hecho y que contara algo”, cuenta María Carolina.

Lo que las diferencia no es solo la calidad de sus prendas, sino su enfoque en el diseño y la narrativa detrás de cada colección. En lugar de limitarse a estampar un logo en una camiseta blanca, se preguntan, junto a su equipo, qué historia quieren contar. Esa filosofía ha dado vida a colaboraciones tan diversas como una campaña con la heladería Orso para “salvar al oso”; una línea festivalera para Estéreo Picnic; una colección inspirada en la novela de Rigo; útiles escolares junto a Hojas; y hasta una malteada de Home Burgers sabor moca, creada para combinar con el hoodie estrella de la temporada, que pronto llegará a tiendas.

Su colaboración más ambiciosa hasta ahora ha sido con Juan Valdez. La campaña “Naturalmente colombiano” no solo fue un éxito en ventas, sino también una apuesta por la producción 100 % nacional, desde las telas hasta la ilustración del oso tomando café. “Fue la más grande y también la más retadora. Tuvimos que repetir una producción entera por un detalle en el diseño. Pero lo importante era cumplir”, recuerdan.

Además de las alianzas visibles, buena parte del negocio de Doménica funciona como marca blanca. Muchas empresas grandes los contratan para producir merchandising personalizado, sin que el nombre Doménica aparezca en las etiquetas. Desde uniformes corporativos hasta productos para lanzamientos, gran parte de esas ventas se mantienen bajo perfil, pero son el sostenimiento financiero de la empresa. “Eso es lo que paga las cuentas”, dicen entre risas. “Hay proyectos que nos llenan de orgullo, pero que no podemos contar. Son de esos que uno guarda para uno mismo”.

Para lograrlo, han tenido que estructurar cada parte del negocio desde cero. Después de varios tropiezos, crearon fichas técnicas de diseño, entrega y facturación para cumplir con los estándares de las grandes marcas. Aprendieron a manejar pedidos de miles de unidades. Implementaron protocolos que van desde el casco de seguridad para entrar a una bodega, hasta el cumplimiento estricto de fechas y facturas. “Nosotras no sabíamos nada de esto. Aprendimos equivocándonos. Pero cada error nos obligó a crear procesos”, dice María Paula.

Ese camino también las obligó a crecer a nivel personal. “Si no crecíamos nosotras, la empresa nos iba a quedar grande”, dice María Carolina. Por eso, trabajaron con una coach profesional, empezaron terapia con la misma psicóloga y se capacitaron con mentores de redes como Endeavor. “Nunca tuvimos un jefe. Nos tocó aprender a ser jefas sobre la marcha, a liderar equipos”.

La colaboración más reciente fue con Adidas. Como no podían fabricar ropa directamente con la marca, diseñaron gorras que se estilizaron con la nueva colección de la empresa y se canjean hoy por puntos en los canales oficiales de Adidas.

Doménica está comenzando a explorar mercados internacionales. Ya han hecho merch para clubes latinos en Harvard, NYU y Columbia. “Lo que más nos sorprendió fue que preferían comprar en Colombia porque en Estados Unidos los materiales eran malos y mucho más caros. Creíamos que ese mercado ya estaba copado, pero no. Fue una señal de que sí hay espacio”, cuenta María Paula.

Hoy, su meta es seguir creciendo en Colombia, abrir tiendas físicas en diferentes ciudades y posicionarse como “el hoodie que todo el mundo quiere tener”. No buscan escalar por volumen, sino por impacto. Y si algo han dejado claro, es que el camino de construir marca con identidad, diseño y corazón todavía tiene mucho por contar.

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