El precandidato del Pacto Histórico, Camilo Romero, charló con Forbes Colombia sobre los cambios que necesita el país, y más que una reforma tributaria, apuntó a una "contrareforma" que ataque las brechas y la inviabilidad de la sociedad colombiana.

Ante la evidente necesidad de una reforma tributaria en el próximo gobierno, el precandidato del Pacto Histórico, Camilo Romero, destacó que debe ser distinta en esencia a las que se han venido proponiendo. A su vez, comentó en charla con Forbes Colombia que, a su juicio, son los ricos quienes más deben aportar en el país.

“Si algo hay que hacer en una reforma tributaria es quitar tantas exenciones que se han dado a quienes más tienen en nuestro país, porque cuando hablamos de tarifas efectivas, es que termina aportando más un asalariado que alguien que esté con sus rentas de capital”, afirmó.

Bajo esa perspectiva, más que una reforma, Romero se refirió al cambio que requiere el país como una “contrareforma”, teniendo en cuenta que los proyectos que han presentado los anteriores gobiernos han contribuido a acrecentar las brechas y construir una sociedad inviable, en palabras del candidato.

Al respecto, el exgobernador de Nariño citó el último dato de desigualdad revelado por el Banco Mundial, que apunta a Colombia como el segundo país con la mayor tasa de desempleo de América Latina, solo superado por Haití.

Para ello, los puntos clave tienen que ver con resolver el déficit fiscal del país y llevar a cabo una mejor gestión de los recursos nacionales, sobre todo ahora en medio de la crisis climática que azota al mundo.

Precisamente por ello, sostuvo que el nuevo Gobierno debe centrarse en tres elementos: ambiente, ciudadanía e innovación. Esto conlleva a asumir una transición económica y energética, así como a construir el primer gobierno ciudadano en este país después de 200 años, donde “no podemos seguir haciendo lo mismo que no da resultados”.

Lucha contra las drogas

Un ejemplo contundente con respecto al tema de innovación se centró en la lucha contra las drogas. Frente a este tema, Romero sostuvo que no será haciendo lo mismo que va a haber resultados, y fue enfático al afirmar que Colombia “no puede seguir pagando los platos rotos” en esta lucha.

“Esto es un debate de corresponsabilidad. Seguirán existiendo cultivos ilícitos ante demanda de Europa y de Estados Unidos (…) Es injusto que nos dejen la guerra y el costo del narcotráfico, mientras son las sociedades que consumen donde se queda la mayor cantidad de recursos, que no son para el campesino ni el productor”, añadió.

Ante un evidente cambio de estrategia, el precandidato aseguró que las fumigaciones con glifosato “no son la respuesta”, teniendo en cuenta que dicha estrategia se viene usando desde la puesta en marcha del Plan Colombia durante la administración de Andrés Pastrana.

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Para entonces, había 14.000 hectáreas de cultivos ilícitos que, si bien se redujeron a 7.000, la otra mitad “se la pasaron a Nariño”.

“Lo que necesitamos es sustitución de cultivos de uso ilícito, y eso implica una presencia integral del Estado en el territorio, inversión y que el Gobierno tenga la capacidad de decirle a la gente en el campo que es bienvenida a la institucionalidad”, agregó.

En cuanto al diálogo con Estados Unidos, Romero subrayó que tanto los demócratas como los republicanos concuerdan en que la lucha contra las drogas ha sido un fracaso absoluto, más “con gobiernos como los que tenemos en Colombia, que no luchan contra el narcotráfico, sino que son aliados y cómplices del mismo”.

Redirigir la inversión

Para lograr un cambio de dirección en la lucha contra las drogas, la propuesta principal de Romero se centra en inversión para el campo. Sin embargo, el candidato es consciente de que esa estrategia depende de la misma reforma tributaria que debe proponer.

Ante este escenario, su estrategia apunta a recaudar unos $41 billones al año, cifra que permitiría una inversión distinta en innovación tecnológica y en el Ministerio de Ambiente, que es “una Cenicienta en este país”.

Fue en este punto donde Romero dio uno de sus mensajes más contundentes de la charla: no hay un planeta B. Sobre ese tema, apuntó que Colombia debe proteger su variedad ecosistémica, las fuentes hídricas y la necesidad de garantizar una perdurabilidad intergeneracional.

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Casi el 50% de nuestros ingresos obedecen a la explotación de nuestra riqueza natural, y eso por supuesto va en contravía de la humanidad. Eso tiene que reformarse de alguna manera”, aseveró.

Como herramientas de cambio, apuntó a un cambio de orientación en el comercio internacional, campo donde reprochó la importación de productos que Colombia podría construir, algo que catalogó como “esencial” para la soberanía y seguridad alimentaria de una nación.

Estamos gastando más recursos en lo que va en contravía del desarrollo, trayendo las cosas en lugar de la tecnificación e industrialización de lo nuestro para tener una capacidad productiva. Necesitamos promover una economía sostenible acordes a la vocación regional y de territorio del país”, detalló

Economía nacional

La estrategia de economía verde que lideraría Romero en una eventual llegada a la Casa de Nariño también involucra una carga impositiva fuerte que estaría incluída en su reforma tributaria, y que le apunta a los gravámenes verdes. Si bien este apartado estaba incluido en la propuesta del exministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, el precandidato la calificó como “poco innovadora” al recostarse en la clase media.

Para Romero, el inicio de la economía verde debe iniciar revisando el tema de la riqueza de las grandes petroleras y cuánto se llevan de los recursos que se explotan del país. De ahí que sea importante configurar un proceso de transición energética que deje atrás el modelo extractivista de Colombia.

“No tenemos otra salida. Hay que pasar del petróleo, carbón y oro a una economía verde. Eso no es un tema de castrochavismo ni de stickers. Tiene que haber educación para la diversificación, inversión pública para el campo, mejorar los procesos de industrialización verde e incentivar modelos económicos de turismo sostenible”, detalló.

Este nuevo modelo económico también va de la mano con la necesidad de generar empleo en Colombia ante la crisis que viene desde antes de la pandemia, pues hasta 43% de asalariados en el país ganaba menos del mínimo, cifra que llegó a 50% en 2020.

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Dicho fenómeno afectó principalmente a las mujeres y a los jóvenes. En el primer caso, ganan hasta 19% menos que los hombres, y el total de mujeres ocupadas pasó de 9,2 millones en 2019 a 6,7 millones en 2020. Con respecto al segundo, hay hasta 24% de jóvenes en el país que ni estudian ni trabajan. Todo esto unido al hecho de que 74,2% de los hogares colombianos viven en condición de informalidad.

¿Cómo solucionarlo? Temas como la formalización rural y la mejoría de condiciones productivas en el campo son el primer tema que destaca Romero para mejorar la calidad de vida de los colombianos, además de impulsar la conectividad en las regiones para una industrialización más sostenible.

Romero tiene claro que, para llevar a cabo esta hoja de ruta, no puede ignorar la diversidad del país y de sus territorios. Por eso mismo, concluye que no se puede seguir confundiendo la idea de crecimiento económico si el panorama de Colombia sigue siendo desigual.

“La plata llega solo para unos y para otros no. No hay recursos de que nos permitan convertirnos en la sociedad que debemos ser, y es importante cambiar eso para dinamizar la economía del país”, aseveró.

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