No hay que dejar de lado las necesidades de los hogares en términos de su poder adquisitivo que son igual de relevantes, por lo que al final del día el escenario ideal es que esta negociación logre una cifra que permita equilibrar todas estas fuerzas.

Hace poco hacía un episodio en mi podcast Gandini Análisis sobre la relación entre desempleo, reforma pensional y salario mínimo, pero creo que este último tema es bastante sensible en este momento, por lo que vale la pena revisar algo de los datos relevantes para entender su trasfondo e implicaciones.

Algunas cosas a tener en cuenta alrededor del aumento del salario mínimo es que es negociado entre representantes de uniones sindicales, empresarios y gobierno, por lo que si bien hay argumentos técnicos asociados es importante entender que detrás de esto hay un juego político determinante a la hora de llegar a una cifra. Adicionalmente, si la mesa de negociación no llega a un acuerdo para el 15 de diciembre deben volver a reunirse y tienen como último plazo el 30, momento en el cual, de no llegarse de nuevo a un acuerdo, el gobierno lo decidirá por decreto.

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Por supuesto, la lógica detrás de esto es que los empleados no pierdan poder adquisitivo frente a la inflación y adicionalmente se reconozca un aumento en el salario en función de aumentos en la productividad que de acuerdo al Dane es de 1,24%. En este punto se complica un poco la discusión, ya que, si bien se busca defender el poder adquisitivo para el siguiente año, la información de precios más reciente es la de noviembre, por lo que se debe tomar una decisión futura con información pasada.

Gráfico: Elaboración propia. Datos: Banco de la República.

El gráfico muestra la comparación del aumento del salario mínimo con el dato disponible en noviembre del año que fue negociado y vale la pena notar que en noviembre de 1998 la inflación fue de 16,35%, un escenario similar al actual, y el aumento para 1999 fue de 16%. También vale la pena notar como en 2021, cuando se hizo el aumento de 10,07% que rigió este año, fue una diferencia casi del doble con el dato de inflación de noviembre de 5,26%, impulsado por el objetivo del gobierno del presidente Duque de mejorar la situación de los hogares después de la pandemia.

Ahora, si bien los sindicatos propusieron un aumento de 20% mostrando una posición fuerte a la hora de iniciar la negociación, lo que llevaría el salario de $1.000.000 a $1.200.000 vale la pena pensar en otros escenarios a partir de algunas cifras económicas. En el grafico parto de un aumento de 13,77% sumando la inflación de noviembre y el dato de productividad del Dane, sin embargo, a partir de la expectativa de la Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo para cierre de 2022 se espera 12,36% lo que pondría el aumento en 13,60%. De acuerdo a lo anterior y al tono de las conversaciones pensar en un rango entre 13,50% y 15,50% de fijación del salario mínimo es algo que tiene sentido.

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Lamentablemente, el aumento excesivo en el salario mínimo también tiene algunas implicaciones negativas, por ejemplo, puede desincentivar la generación de empleo formal al hacerse cada vez más costoso, punto que es especialmente importante en un país con 58% de informalidad.

Así mismo, puede aumentar excesivamente la demanda llevando los precios a subir en un contexto de alta inflación lo que podría afectar al crecimiento económico que para el otro año de acuerdo al Banco de la República sería de 0,5% mostrando una marcada desaceleración.

Por otro lado, no hay que dejar de lado las necesidades de los hogares en términos de su poder adquisitivo que son igual de relevantes, por lo que al final del día el escenario ideal es que esta negociación logre una cifra que permita equilibrar todas estas fuerzas.

Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.