La unión de crisis que podría desatarse este 2023 es tal vez el momento perfecto para abordar problemas con una nueva mirada y crear estrategias que mejoren la situación del país. ¿Por qué?
Debido a la policrisis actual, múltiples países, organizaciones y personas están enfocadas en ‘sobrevivir’ en el año 2023. Sin embargo, debido al panorama de los grandes riesgos a los que nos enfrentamos, según Su-Ming Khoo, profesora de la Universidad de Galway, una policrisis puede también ser una tormenta perfecta para abordar los problemas de manera integrada y holística, así como una oportunidad de retomar decisivamente la senda hacia el bienestar y el desarrollo sostenible con un enfoque interdependiente, inclusivo e integrador.
Por policrisis se entiende la aparición simultánea de múltiples crisis, bien sean económicas (aumento de costo de vida, escasez de recursos naturales como agua, metales y minerales), sociales (inseguridad alimentaria, estallidos sociales, polarización), geopolíticas (guerra en Ucrania), climáticas (inundaciones, sequías) o ambientales (pérdida de biodiversidad y colapso de los ecosistemas). Estas crisis pueden interactuar entre sí y exacerbarse mutuamente, lo que dificulta su gestión y tratamiento.
Lea también: Consideraciones económicas y financieras para la transición verde y justa que Colombia necesita
A modo de ejemplo, una crisis económica puede agravar una crisis climática al dificultar que los gobiernos y las organizaciones inviertan y apliquen políticas y tecnologías conducentes a minimizar los impactos ambientales negativos. Asimismo, durante una crisis económica, la gente puede dar prioridad a las preocupaciones económicas sobre las medioambientales, lo que conduce a un aumento de la contaminación y al agotamiento de los recursos. Una crisis política, por su parte, puede dificultar la aplicación de políticas eficaces para abordar cualquiera de las otras crisis.
Debido a lo anterior, es esencial que los gobiernos (nacionales y locales), las empresas, la academia y las organizaciones de la sociedad civil tengan un enfoque integral centrado en objetivos de desarrollo sostenible para abordar múltiples crisis a la vez con el fin de mitigar eficazmente sus impactos negativos.
El creciente uso del concepto “policrisis” en los últimos días se debe a que este constituye el núcleo de la decimoctava versión del informe de riesgos globales, el cual fue lanzado en el encuentro anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) que, en esta ocasión, tuvo lugar entre el 16 y el 20 de enero en la ciudad de Davos, Suiza. Este informe, en el que se identifican 32 riesgos globales para el año 2023, se construye a partir de los resultados tanto de la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales —que consulta a 1.200 expertos de la academia, los negocios, los gobiernos, la comunidad internacional y la sociedad civil— como de la Encuesta de Opinión Ejecutiva (EOE) del Foro Económico Mundial —que recoge las opiniones de más de 12.000 líderes empresariales en 121 economías del mundo—.
Para efectos del informe, un riesgo global es definido por los autores como la posibilidad de ocurrencia de un evento que, en caso de materializarse, podría tener un efecto negativo en una proporción significativa del PIB, de la población o de los recursos naturales del mundo. Para esto, a los participantes se les pidió identificar la volatilidad mundial del panorama de riesgos globales; la gravedad percibida en caso de materialización de los riesgos en horizontes de uno, dos y diez años; los impactos potenciales; las opciones y los actores clave para gestionar esos riesgos; y los posibles riesgos emergentes.
Una de las intersecciones en la policrisis que resaltan los expertos en los reportes es la confrontación geoeconómica. Una confrontación geoeconómica se refiere a una situación en la que los países utilizan medios económicos, como aranceles y barreras comerciales, para afirmar su poder político y económico. Esto puede tener un impacto significativo en el comercio internacional y el cambio climático.
Por el lado del comercio, una confrontación geoeconómica puede provocar una disminución del flujo de bienes y servicios entre países, lo que podría traducirse en un menor crecimiento económico y un aumento de los precios para los consumidores. También puede provocar una disminución de la especialización de la producción y dificultar, a su vez, el acceso de los países a los bienes y servicios que necesitan para sostener sus economías.
Por su parte, frente al cambio climático, una confrontación geoeconómica puede conducir a una reducción de la cooperación entre países en los esfuerzos para mitigar y adaptarse al cambio climático. Esto podría implicar también un menor intercambio de tecnología y conocimientos, así como una menor financiación para la investigación y el desarrollo de energías limpias. Además, el trastorno económico provocado por una confrontación geoeconómica puede debilitar la voluntad política para abordar el cambio climático, ya que los países se centran en abordar los retos económicos a los que se enfrentan.
Convierta a Forbes Colombia en su fuente de información económica
Según analiza OpenAI, una confrontación geoeconómica puede tener importantes efectos negativos sobre el comercio internacional y el cambio climático, al reducir la cooperación y aumentar los trastornos económicos, lo que puede dificultar que los países aborden estos retos globales.
Sobre cómo afrontar las policrisis, Juliana Gutiérrez Rúa —profesora de la Maestría en Sostenibilidad de la Universidad EAFIT y consultora en desarrollo regenerativo y tecnología— advierte que “hemos buscado soluciones puntuales a retos que son sistémicos, pero es momento de entender las interconexiones, de abordar las grandes intersecciones de las crisis. Les corresponde a las empresas poner en el mercado soluciones más sistémicas desde una visión regenerativa y redistributiva”.
En la misma línea, en una entrevista sobre las expectativas frente al Foro Económico Mundial del 2023 y el cumplimiento del ODS 8 —trabajo decente y crecimiento económico—, manifestamos que muchas empresas pueden disponer de los recursos necesarios para afrontar retos importantes de forma individual, pero una empresa solo puede contribuir de forma sostenible a la sociedad y al medio ambiente en colaboración con otras empresas, organizaciones comunitarias o gobiernos locales o nacionales.
No en vano, en el libro Business, Government and the SDGs: The Role of Public-Private Engagement in Building a Sustainable Future, presentado en la COP27, los autores constatamos que el resultado sería mucho más eficaz cuando el sector privado se asocia con los gobiernos nacionales y locales para el crecimiento y la creación de valor en el largo plazo.
Contacto
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es Miembro del Consejo Global del ODS1: Fin de la Pobreza y profesora titular de la Universidad Eafit. Antes fue presidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.