Desde los años 90, suelen presentarse refirrafes entre los gobiernos de turno y la Junta Directiva del Emisor por el manejo de las tasas de interés. ¿Qué ocurrirá esta vez? En 1991, cuando la Asamblea Constituyente sesionaba, la propuesta de darle autonomía al Banco de la República en el manejo de las políticas monetaria, cambiaria […]
Desde los años 90, suelen presentarse refirrafes entre los gobiernos de turno y la Junta Directiva del Emisor por el manejo de las tasas de interés. ¿Qué ocurrirá esta vez?
En 1991, cuando la Asamblea Constituyente sesionaba, la propuesta de darle autonomía al Banco de la República en el manejo de las políticas monetaria, cambiaria y crediticia no cayó bien en el Ministerio de Hacienda que entonces lideraba Rudolf Hommes.
Según el exministro, por un lado la iniciativa despojaba a esa cartera de sus atribuciones en materia cambiaria y crediticia y, por el otro, se temía que la junta directiva terminara siendo de bolsillo del gerente, como ya ocurría con la Junta Monetaria.
Pero la discusión se zanjó cuando el entonces presidente, César Gaviria, dio un argumento contundente a favor de la completa independencia del Emisor: “Imagínese que salga electo Navarro o Samper”.
Desde entonces, suelen presentarse encontrones entre los gobiernos y la Junta Directiva del Emisor por el manejo de las tasas de interés, a pesar de que el presidente de turno es quien designa a sus integrantes, quienes a su vez eligen al gerente.
La razón es siempre la misma: el alza en la tasa de interés (la llamada tasa repo), que es la tasa de referencia que el Banco les cobra a las entidades financieras por la liquidez que les suministra mediante las operaciones de mercado abierto (OMA).
Dicha tasa es el principal instrumento de intervención de política monetaria utilizado por el BanRep para afectar la cantidad de dinero que circula en la economía. Cuando la sube, aumenta el costo de los créditos y, por esa vía, se frena el consumo y el crecimiento, tal como viene sucediendo.
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Esta semana, luego de conocerse la fuerte desaceleración del segundo trimestre, el presidente Gustavo Petro le pidió al Banco de la República la reducción de las tasas de interés a través de su cuenta de Twitter.
Pero, ¿le hará caso la Junta Directiva al presidente?
En la última reunión de julio 31, la decisión por unanimidad fue mantener la tasa en 13,25% por segundo mes consecutivo, a pesar de que la inflación continúa en niveles altos con respecto a la meta del 3% y “subsiste la rigidez de la inflación básica sin alimentos ni regulados al ubicarse en junio en 10,5% anual, nivel similar al que se observó en los meses precedentes”.
De hecho, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, destacó que aunque la inflación lleva tres meses cayendo “todavía no lo suficiente para ampliar la brecha entre la tasas de intervención y la tasa de inflación”.
Por ello, según admitió, eventuales reducciones dependerán del monitoreo de la inflación en los meses siguientes, con el fin de determinar el momento propicio si se mantiene la tendencia actual y “terminamos en un dígito al final del año”.
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En la misma sesión, Bonilla también admitió que cualquier decisión también dependerá de lo que suceda en el frente internacional, “donde todavía hay volatilidades a pesar del incremento en las tasas de la FED y el Banco Central Europeo, lo cual podría llevar al Banco de la República decide mantener inalteradas sus tasas”, para evitar problemas cambiarios.
En otras palabras, es poco probable que en el corto plazo haya reducciones en la tasa de interés del Emisor, si se tiene en cuenta que en sus intervenciones individuales en las última junta los directores “profundizaron en el llamado a la cautela en el manejo de la política monetaria”.
Sin embargo, eso no quiere decir que las tasas se vayan a mantener en el actual nivel en lo que queda del año. Por ejemplo, Camilo Pérez, gerente de investigaciones del Banco de Bogotá, señala que aunque “ya estamos viendo la desinflación, hay unos riesgos nuevos, principalmente los alimentos cuya inflación cayó del 28% al 18%, lo cual ayuda bastante aunque ya sabemos que viene el fenómeno de El Niño”.
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El experto prevé que la inflación podría cerrar 2023 en 8,9% y en 4,5% el próximo año, mientras que la economía crecería 1,5% en 2023 y 1,6% en 2024. “A pesar de los riesgos, creemos que es posible que la inflación se modere y que más o menos en dos años, entre dentro del rango meta (2%-4%) con lo cual cumpliríamos un período de 5 años en los que el Banco incumpliría su meta”.
En cuanto a las tasas de interés, Pérez considera que tras haber alcanzado un techo de 13,25% “estamos en el punto más restrictivo de la política monetaria en todo el ciclo, por lo cual los recortes se producirían en octubre y diciembre 100 puntos básicos en cada reunión (1%) hasta llegar al 11,25%”.