El trabajo, la educación y la convivencia deben mejorar hoy para poder garantizar la herencia que dejaremos a las futuras generaciones. ¿Cómo?
Casi todos, por no decir que todos, quienes generosamente leen mis reflexiones en Forbes y de quienes me rodeo en mi vida familiar y laboral, coincidimos en nuestro interés porque el trabajo, la educación y la convivencia cada día tengan mayores niveles de satisfacción y así se construya la mejor herencia que podamos dejar a las nuevas generaciones.
A muchos nos atormenta aquel refrán dicho por nuestros abuelos y padres, y a veces por nosotros mismos, en el sentido de que “todo tiempo pasado fue mejor”, pues nos hace sentir responsables de lo que hemos hecho y nos cuestiona ante una realidad que parece gritarnos a la cara que estamos caminando erróneamente hacia un mundo con más tecnología y comunicaciones, pero con gente cada vez más solitaria; empresas más productivas, pero provocando grandes daños a la salud del planeta; con mayor reconocimiento de los derechos de los demás, pero con menos oportunidades de participación; y con más diversidad en opciones de trabajo, pero con millones de personas desempleadas, entre otras problemáticas. Lo cierto es que estos hechos cuestionan nuestra existencia y nuestra razón de ser en la Tierra.
No basta con predicar el bien si no hay acción positiva que lo respalde; no basta con no actuar mal y pasar desapercibido; no basta con estudiar si el propósito es emplearse o crear empresa para repetir los mismos modelos que nos han traído a esta situación. Es el planeta (para algunos, la sabiduría de la Madre Tierra), la que nos está diciendo: “¡basta!. Si quieren que las próximas generaciones disfruten de esta tierra y de sus recursos naturales; no es suficiente con detener a los pocos nefastos actores (depredadores, terroristas, esclavistas, contrabandistas, populistas, especuladores, explotadores, abusadores y toda clase de criminales), sino que es imperativo mover afirmativamente a los miles de millones de habitantes pasivos para que se comprometan en su actuar diario con la sostenibilidad y sustentabilidad del planeta.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (mundialmente reconocidos como ODS) son una valiosa apuesta para que todos quienes apostamos por el crecimiento de la Humanidad, desde cualquier sector productivo, tengamos un referente de los ámbitos en los que debe pensarse nuestra actividad con miras a garantizar que nuestro planeta cuente con idóneas condiciones de bienestar y de calidad de vida.
Dichos objetivos identifican 17 grandes escenarios que impactan la existencia del planeta: fin de la pobreza; fin del hambre; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; Industria, innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas, y alianzas para lograr los objetivos). Fueron definidos en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y se espera que en 2030 se hayan alcanzado. ¡Solo nos quedan siete años!
Hasta el más mínimo grado de sentido común reconoce la importancia de estas acciones, pero en donde no siempre parece haber sentido y lógica es en las actuaciones de gobiernos, empresarios, productores a todo nivel e, incluso, muchos académicos, que con sus actuaciones contradicen sus discursos.
Solo con una decidida acción de todos será posible. Desde el actuar individual del ciudadano o el empresario que decide no contaminar, no patrocinar el contrabando, no callar ante la explotación…, hasta el necesario ejemplo positivo de quienes asumen posiciones de liderazgo ante grandes comunidades (presidentes, artistas, deportistas, líderes de ONGs y rectores universitarios).
Justo en mi calidad de rector de la más grande universidad pública de Colombia -la UNAD- y obedeciendo a mi vocación personal y compromiso institucional; hemos suscrito (como única institución educativa pública del país) el “Decálogo por y para la sostenibilidad universitaria en América Latina”, en el que no solo ratificamos nuestro compromiso para seguir trabajando arduamente en el ODS número 4, sobre Educación de calidad, sino para volcar toda nuestro proyecto pedagógico y capacidades institucionales para formar, sensibilizar y motivar la acción de nuestra comunidad de un cuarto de millón de estudiantes, a favor de todos los otros 16 objetivos.
Porque el futuro deseado, tanto para nosotros como para las próximas generaciones, no será aquel en el que las riquezas materiales, posición social y poder orienten el actuar, sino la armónica convivencia en un planeta en paz, sin riesgo de deterioro o extinción por obra del hombre, y con pleno reconocimiento de los deberes y derechos de todos los humanos.
Por: Jaime Alberto Leal Afanador*
*El autor es rector de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (Unad).
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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