Los datos expuestos sugieren que no estamos presenciando un evento coyuntural, sino una desaceleración gradual y estructural de la economía china.
La importancia que ha tenido la economía china para el mundo, especialmente en los últimos quince años, es innegable, así como el impacto de su demanda en el precio de los commodities y los ingresos de sus productores. Sin embargo, desde 2019, con los primeros problemas del gigante inmobiliario Evergrande, se han comenzado a observar señales de deterioro en diferentes sectores. En esta columna, revisaré la tendencia económica de China este año y qué podemos esperar para el cierre del mismo, analizando si realmente su crecimiento económico está perdiendo fuerza, considerando tres aspectos fundamentales: el mercado inmobiliario, el consumo de los hogares y la producción industrial.
En primer lugar, llama la atención la producción industrial, que mostró una variación anual del 4.5% al comparar agosto de este año con el mismo mes del año anterior. Como se puede observar más claramente en el gráfico, se han registrado cinco meses de desaceleración, lo que ha generado preocupación sobre la situación futura de la economía china. Además, esto ocurre en un contexto ya preocupante para los analistas, dado que el crecimiento económico del segundo trimestre fue del 4.7%, por debajo del estimado del 5.1%.

Otro aspecto relevante es el deterioro del mercado inmobiliario. El índice de precios de vivienda (HPI), que mide el promedio ponderado de las variaciones en los precios de adquisición de viviendas, ha mostrado contracciones cada vez más significativas en sus tasas anuales, desde -0.1% en agosto del año pasado hasta -5.1% este año. Esto refleja una debilidad en la demanda y un exceso de oferta en uno de los motores cruciales del PIB chino.
En cuanto al consumo de los hogares, medido por las ventas minoristas, el dato anual para agosto fue del 2.1%, por debajo del esperado 2.5% y del mes anterior, que fue del 2.7%, lo que indica una menor dinámica de crecimiento. En este contexto, es importante notar que la tendencia acumulada en lo que va del año es del 3.06% en 2024, mientras que en 2023 fue más del doble, alcanzando el 7.91%.
Estos datos sugieren que no estamos presenciando un evento coyuntural, sino una desaceleración gradual y estructural de la economía china. Esto ha sido interpretado por los inversionistas en los mercados de commodities como una posible disminución de la demanda, especialmente de petróleo y cobre, ambos revirtiendo tendencias desde sus máximos. En el caso del cobre, del cual China es el mayor consumidor mundial, el precio ha caído un 15% entre mayo y septiembre. Para el petróleo Brent, la caída ha sido del 14.8% entre agosto y septiembre, aunque las tensiones geopolíticas en Oriente Medio también han influido en el aumento de los precios.
Finalmente, parece que el resto del año será de menor dinamismo para China, lo que podría reflejarse en un cambio geopolítico en la región de Asia-Pacífico. A medida que China se vea obligada a enfocarse más en su economía interna y a reforzarla, podría reducir sus esfuerzos por ampliar agresivamente su esfera de influencia.
Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia
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