Ya se cumplió un año desde el ataque de Hamás a Israel y el conflicto no cesa. Las consecuencias han sido enormes e incluyen a cientos de muertos. ¿Qué esperar de esta situación que cada vez incluye a más actores?
Esta semana se cumplió un año del ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023, un evento que probablemente ha tenido repercusiones mucho mayores a las esperadas y que está redibujando el mapa de Oriente Medio, aumentando las tensiones en una región históricamente volátil. Ya he abordado este tema en esta columna, en conferencias y en episodios de mi podcast, pero como parece que cada vez entran más fuerzas en juego, esta vez intentaré resumir cómo veo el escenario.
Primero, es esencial iniciar con un mapa para identificar a los actores involucrados. Todo comenzó, por supuesto, entre Israel y Hamás, que opera principalmente desde la Franja de Gaza, pero también tiene presencia en los territorios palestinos de Cisjordania. Si bien el ataque de hace un año fue el detonante, es crucial entender que detrás de esto se encuentra un jugador principal en la región: Irán. Su estrategia para aumentar su influencia geopolítica ha sido apoyar a varios grupos como Hamás, así como a Hezbolá en Líbano y a los Hutíes en Yemen. Es precisamente en Yemen donde se observa otro escenario proxy de tensiones, esta vez con Arabia Saudita, que, con su monarquía de corte sunita, se sitúa en el extremo opuesto del espectro religioso islámico chiita representado por Irán.

El último nivel de escalamiento ha venido de la mano de Hezbolá, que desde el inicio del conflicto ha estado involucrado en el fuego cruzado desde la frontera norte de Israel, abriendo un nuevo frente en la contienda. O, más bien, reavivando un frente que se ha mantenido en constante conflicto, centrado en los Altos del Golán. Esta meseta, ubicada en las fronteras de Israel, Líbano, Siria y Jordania, tiene una importancia estratégica crucial para todos estos países. Estos territorios fueron ocupados por Israel durante la Guerra de los Seis Días en 1967 y la Guerra de Yom Kipur en 1973, y no han sido reconocidos por las Naciones Unidas como parte de Israel, lo que los convierte en un elemento fundamental en el conflicto árabe-israelí.
Su importancia radica no solo en la posibilidad de lanzamiento de misiles, sino también en sus recursos hídricos, ya que de ahí nacen varios afluentes del río Jordán, que proveen entre el 15% y el 30% del agua de Israel.
En resumen, el conflicto en Oriente Medio es una realidad multifacética y cambiante que va más allá de los eventos inmediatos. Las dinámicas entre actores regionales como Israel, Irán, Arabia Saudita, Hamás, los Hutíes y Hezbolá no solo reflejan luchas de poder, sino también profundas divisiones religiosas y políticas. A medida que estas fuerzas continúan interactuando, es probable que las tensiones se intensifiquen aún más, desafiando los esfuerzos de paz y estabilidad en la región. Comprender estas complejas interacciones es esencial para anticipar los posibles desarrollos futuros y buscar soluciones duraderas que promuevan la paz y la cooperación en un contexto tan volátil.
Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia
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