El escenario geopolítico actual es más complejo que hace 8 años, durante el primer mandato de Trump. ¿Qué papel cumplirá Colombia en este nuevo panorama?
Es lógico esperar que la victoria de Donald Trump en Estados Unidos haya vuelto a barajar las cartas en términos del escenario geopolítico mundial, especialmente para China, que ya fue, y es probable que vuelva a ser, uno de los principales blancos de sus políticas. Precisamente, hablaba en mi podcast del pasado 21 de noviembre sobre el tono con el que llegó Xi Jinping a la reunión del G20 en Brasil, pero creo que vale la pena examinar más de cerca qué puede traer esta nueva dinámica entre estos dos líderes para la región en este nuevo período presidencial de Trump.
Lo primero es entender que el escenario geopolítico actual es probablemente más complejo que hace ocho años, durante el primer mandato de Trump, especialmente teniendo en cuenta los conflictos militares activos en Ucrania y Medio Oriente, los cuales, sin duda, implican un mayor nivel de tensiones. Además, la desaceleración de la economía china, con un comercio internacional que representa alrededor del 37% de su PIB, y la sorprendente resiliencia de la economía estadounidense son dos factores adicionales que entran en juego. Por esto, en esta coyuntura particular, Latinoamérica se convertirá en un escenario muy deseable para China, con el fin de ampliar su esfera de influencia y comercio, lo que inevitablemente generará un choque con Estados Unidos, que no querrá ninguna intervención en lo que ha considerado históricamente como su patio trasero.
China sigue impulsando su política exterior a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), es decir, el gran plan de Xi Jinping que originalmente buscaba recrear la ruta terrestre y marítima de la seda, pero que ahora ha adquirido una mayor dimensión al intentar incluir otros países de África y Latinoamérica. De hecho, si se utiliza la experiencia de África como un punto de referencia, es probable que este aumento de la cercanía de Latinoamérica con China se dé en primera instancia a través del asesoramiento en obras de infraestructura y préstamos para programas de desarrollo económico.
Si bien la forma de responder a esto dependerá de cada país, dos actores relevantes en la región nos muestran ejemplos interesantes: México y Brasil. El primero se ha beneficiado del nearshoring con Estados Unidos gracias a su ubicación geográfica, y las empresas chinas han empezado a darse cuenta de esta ventaja estratégica, por lo que han buscado establecerse allí, lo que podría generar tensiones especiales en sus relaciones con la administración Trump. Por otro lado, Brasil, que junto con China forma parte del grupo de los BRICS+, juega a dos bandas, sin alinearse plenamente con ninguno de los dos países, pero tratando de obtener la mejor perspectiva de ambos. Sin embargo, será importante ver qué tan sostenible es esta posición, dada la postura de Trump de “conmigo o contra mí”.
Para concluir, creo que será muy interesante evaluar y mantener la atención en cómo será el próximo año para los demás países de Latinoamérica, no solo en relación con el enfoque con el que Trump llegue a la presidencia, sino también en cómo Xi Jinping jugará sus cartas.
Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.
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