La amistad se redujo a likes, seguidores y comentarios, diluyendo la profundidad de las relaciones y las conexiones. Las conversaciones largas y sinceras han sido reemplazadas por mensajes rápidos y transaccionales. ¿Cómo cambiarlo?

Vivimos en una era en la que casi todo tiene un precio. Desde las relaciones laborales hasta los momentos de ocio, la lógica del mercado ha permeado todos los aspectos de nuestras vidas.

La sociedad hipermercantilizada en la que habitamos nos ha enseñado a medir el éxito en función de logros materiales, influencia y productividad, relegando a un segundo plano valores esenciales como la amistad. En este contexto, es urgente reflexionar sobre cómo hemos llegado aquí y qué podemos hacer para devolverle a las relaciones humanas el lugar que merecen.

La amistad, ese vínculo desinteresado que debería basarse en la confianza, el apoyo mutuo y el tiempo compartido ha perdido protagonismo. Hoy en día, las interacciones humanas están muchas veces condicionadas por intereses económicos o utilitarios. Las redes sociales, que prometieron conectarnos, han contribuido a reducir las amistades a métricas de “likes” y “followers”, diluyendo la profundidad de las conexiones. Las conversaciones largas y sinceras han sido reemplazadas por mensajes rápidos y transaccionales. ¿El resultado? Una sociedad en la que muchos sienten soledad, a pesar de estar rodeados de cientos de contactos.

¿Por qué hemos llegado a este punto? Parte de la respuesta está en la forma en que hemos priorizado lo material por encima de lo humano. Nos han enseñado a competir en lugar de colaborar, a ver las relaciones como intercambios en lugar de como fines en sí mismas. Incluso las amistades, a menudo, se analizan bajo un lente utilitario: “¿Qué valor me aporta esta persona?”, en lugar de valorar la simple alegría de compartir el tiempo y la vida.

Para volver a ser una sociedad más humana, necesitamos un cambio de paradigma que valore las relaciones genuinas por encima del consumo y la productividad. Aquí algunos pasos que podríamos dar como individuos y como comunidad:

  1. Revalorizar el tiempo compartido: En un mundo donde “el tiempo es dinero”, debemos resistir la tentación de medir todo en términos de utilidad. Dedicar tiempo de calidad a los amigos, sin agendas ocultas, es un acto revolucionario en esta era.
  2. Desconectarnos para reconectar: Reducir el tiempo en redes sociales y priorizar encuentros cara a cara fortalece los vínculos. Una conversación en persona tiene un impacto emocional que ninguna pantalla puede replicar.
  3. Promover espacios comunitarios: Necesitamos políticas que fomenten el encuentro entre las personas, como parques, actividades culturales gratuitas y programas de voluntariado. Estos espacios fortalecen las redes humanas.
  4. Educar en valores humanos: Desde las escuelas, debemos enseñar la importancia de la empatía, la cooperación y el valor de las relaciones sinceras. La amistad no es un lujo, es una necesidad emocional y social.

Una sociedad que da prioridad a la amistad no es menos eficiente ni menos competitiva; es más resiliente y feliz. Recuperar el valor de este vínculo no es solo un acto de nostalgia, sino una apuesta por un futuro más humano, donde las personas importen más que los resultados. Es hora de dejar de medir nuestras vidas en cifras y empezar a medirlas en calidad de relaciones. ¿Estamos dispuestos a dar este paso?

Por: Mauricio Sáenz*
*El autor es CEO de Rentek.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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