El inglés se ha convertido en la puerta del talento humano para acceder a mejores oportunidades, salarios más altos y experiencias globales.

El 46 % de los adultos en Colombia estudia inglés para impulsar su carrera. A medida que las exigencias del mundo profesional se transforman, el dominio de una segunda lengua se hace una necesidad, en especial el inglés, que se consolida como un criterio determinante en procesos de reclutamiento, promoción y acceso a educación superior de calidad.

Hablar inglés ya no es solo una habilidad adicional, sino una necesidad. Según una reciente encuesta del British Council, el 46 % de los adultos colombianos está aprendiendo este idioma con el propósito directo de mejorar sus oportunidades académicas y laborales. Este dato refleja un fenómeno estructural que conecta el bilingüismo con la movilidad social, la competitividad profesional y el acceso a formación superior internacional.

No es una percepción aislada: cifras globales lo respaldan. Datos de Education First (EF) indican que en países donde el inglés es ampliamente dominado como segunda lengua, los profesionales pueden aumentar sus ingresos hasta en un 30 %. En América Latina, el bilingüismo puede representar un diferencial de salario entre el 15 % y el 25 % según cargos, industrias y nivel educativo.

Harvard Business Review señala que los candidatos bilingües tienen 35 % más probabilidades de ser promovidos en sus organizaciones y 44 % más opciones de acceder a programas de formación internacional, tanto en universidades como en multinacionales con programas de intercambio o liderazgo global.

Sin embargo, el camino no es igual para todos. Aunque el interés por aprender inglés crece en Colombia, persisten barreras estructurales que dificultan el acceso. La falta de tiempo, las largas jornadas laborales, los desplazamientos costosos y la falta de métodos de pago accesibles afectan especialmente a los adultos trabajadores y a quienes viven fuera de los grandes centros urbanos.

Según el DANE, más del 40 % de los trabajadores colombianos gana menos de un salario mínimo, lo que reduce su capacidad para acceder a programas formales de formación en idiomas. En regiones intermedias y rurales, la oferta de cursos bilingües es escasa, y la presencia de docentes calificados en inglés sigue siendo limitada.

Para Felipe Villar, director del British Council en Colombia, “la educación, la cultura y el dominio del inglés son herramientas poderosas para construir un futuro de inclusión, oportunidades y prosperidad en el país”. Y en efecto, la tendencia lo confirma: no solo es un idioma, es una herramienta de movilidad.

Desde universidades que exigen inglés como requisito para titularse, hasta empleadores que priorizan este idioma en sus filtros de selección, el inglés se posiciona como un habilitador del desarrollo profesional en Colombia. Por eso, cada vez más jóvenes y adultos lo ven no como una materia pendiente, sino como una inversión estratégica.

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