Los dos países iniciaron un nuevo enfrentamiento a principios de mayo en la región de Cachemira. Este conflicto no es nuevo. ¿Cómo podría escalar?

Entre abril y principios de mayo de este año, comenzó un nuevo enfrentamiento entre Pakistán e India en la región de Cachemira, el cual escaló rápidamente, llegando al lanzamiento de misiles por parte de la India el 7 de mayo, en una zona administrada por Pakistán. A pesar de que, gracias a la mediación de Estados Unidos, se alcanzó un cese al fuego el 10 de mayo y el conflicto parecía haberse controlado, es importante recordar que ambos países poseen armamento nuclear, lo que hace que una escalada no beneficie a ninguna de las partes. Por ello, considero relevante dedicar esta columna a explicar que este conflicto no es algo reciente, sino la continuación de tensiones que datan de mediados del siglo XX, y es fundamental entender su origen para comprender mejor la situación actual.

Desde la independencia de India y Pakistán del dominio británico en 1947, la región de Cachemira ha sido un foco de tensiones, ya que la partición del Imperio Indio británico que dio lugar a lo que hoy conocemos como India, Bangladesh y Pakistán no resolvía claramente el futuro de esta zona. En ese mismo año, el Maharajá de Cachemira decidió unirse a India a cambio de apoyo militar contra tribus paquistaníes en su territorio, lo que desencadenó la Primera Guerra Indo-Pakistaní (1947-1948). Desde 1949, por mediación de las Naciones Unidas, Cachemira se dividió: India controla dos tercios (Jammu y Cachemira, y Ladakh), mientras que Pakistán controla un tercio (Azad Cachemira y Gilgit-Baltistán). Sin embargo, ambos países reclaman la totalidad del territorio.

Mapa: elaboración propia.

El conflicto no terminó ahí. A lo largo de los años, se han librado tres guerras importantes: en 1965, nuevamente por Cachemira; en 1971, con la independencia de Bangladesh (Pakistán Oriental en ese momento), apoyada por India; y en 1999, en el distrito de Kargil, nuevamente en Cachemira.

Un aspecto clave detrás de esta división desde 1947, que no debe pasarse por alto, es el componente religioso, que sigue vigente hasta hoy. India es mayoritariamente hindú, mientras que Pakistán es musulmán, lo que generó años iniciales muy caóticos, marcados por una migración masiva de alrededor de 15 millones de personas y altos niveles de violencia. Este contexto religioso sigue siendo relevante hoy, especialmente con un Pakistán cada vez más islámico y una India influenciada por un sentimiento nacionalista hindú, que ha sido aprovechado y fortalecido por la retórica del primer ministro Narendra Modi. Por el momento, no parece haber una solución a este conflicto en Cachemira, que incluso involucra a China, que controla algunas partes de la región noreste. Este es un tema que seguirá generando tensiones, especialmente en un contexto donde India busca aumentar su estatus como aliado estratégico de Estados Unidos en la región. 

Este conflicto, profundamente arraigado en la historia y la política de la región, no solo afecta a India y Pakistán, sino que tiene repercusiones geopolíticas globales. La situación en Cachemira sigue siendo un recordatorio de las complejidades de las divisiones territoriales, religiosas y políticas, que, a pesar de los esfuerzos internacionales por mediar, persisten con gran intensidad. A medida que las tensiones aumentan, especialmente con la creciente rivalidad entre potencias como India, Pakistán y China, es fundamental seguir de cerca cómo se desarrollan estos eventos, ya que cualquier escalada en esta región podría tener consecuencias mucho más allá de las fronteras de los países involucrados.

Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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