Con 524 hectáreas entre dos ecosistemas, el Parque Ecológico Providencia impulsa un modelo de producción sostenible, restauración y turismo especializado.
En El Cerrito, Valle del Cauca, hay un parque ecológico que busca posicionarse como uno de los mejores lugares para el aviturismo en Colombia. Desde 2016, combina restauración ecológica y turismo de naturaleza. Aquí, llamar “bicho” a un ave es un halago: una muestra de la conexión única entre visitantes y biodiversidad.
El parque ecológico Providencia nació como una iniciativa del ingenio azucarero, que decidió destinar parte de su operación a recuperar ecosistemas y promover la convivencia entre la producción agrícola y la biodiversidad. Hoy, esta reserva natural abarca 524 hectáreas distribuidas en dos áreas: el bosque seco tropical en El Cerrito y parte del bosque alto andino en la cuenca del río Toche, con 414 hectáreas de niebla, musgo y especies endémicas.
Allí, donde antes hubo ganadería, hoy hay un proceso riguroso de restauración basado en el rescate de plantas nativas. Las semillas que germinan naturalmente en el bosque, pero que no prosperan por falta de condiciones, se recogen, se cuidan en viveros y se reintroducen en zonas despobladas.
Este método ha permitido resembrar más de 14.000 árboles, con una tasa de éxito del 93%, gracias a que las especies provienen del mismo ecosistema. Entre ellas están la palma de cera y el roble, especies en peligro de desaparición.
Este esfuerzo se realiza en alianza con Paisajes Rurales, organización especializada en restauración, que ayudó a diseñar la metodología adaptada al predio sin acceso vehicular, al que se llega tras una caminata de dos horas y media por montaña.
Pajareo todo el año
Colombia es el país con más especies de aves en el mundo, un dato que María Leonor Velásquez, directora del Parque Providencia y apasionada por el avistamiento de aves, comparte con entusiasmo. Esta riqueza convierte al país en un destino ideal para el pajareo. Consciente de ese potencial, el parque ha desarrollado una oferta de turismo especializado que incluye recorridos enfocados en pajareo, senderismo y plantación de árboles.

Uno de los formatos más populares es el safari vallecaucano, realizado en un antiguo vagón cañero llamado calambuco, adaptado para recorrer los principales puntos del parque. También está el sendero del samán, un camino de tres kilómetros delimitado por árboles sembrados hace 50 años.
La llegada de turistas extranjeros es cada vez más constante. Aunque la temporada alta va de octubre a abril, cuando las aves migratorias y los viajeros del norte buscan climas cálidos, la demanda empieza a extenderse al resto del año. Esta tendencia representa una oportunidad económica para las comunidades locales, ya que los visitantes internacionales están dispuestos a pagar por servicios de calidad y contratar guías expertos.
Agroindustria regenerativa
El modelo de Providencia demuestra que la agroindustria y la conservación no son excluyentes. Desde hace más de 25 años, la compañía apostó por prácticas orgánicas, hoy el parque es la representación de esto.
Aves como la Jacana Jacana, la Tijereta y el Rascón Caucano no solo habitan este ecosistema, sino que son evidencia viva del impacto que tiene la conservación ambiental. Su presencia es posible gracias a la protección del hábitat y al uso eficiente del agua, mediante sistemas de reservorios que permiten ahorrar más del 50 % del recurso.


La meta para este año es consolidar el turismo como una unidad de negocio sólida. Actualmente, se proyecta incrementar en $110 millones la facturación anual del parque, en parte gracias a nuevas estrategias digitales y alianzas.