La reducción de la calificación crediticia de Colombia es una alerta sobre el costo creciente de financiarse en los mercados internacionales y sobre el estrechamiento del margen fiscal. ¿Qué viene?
La reducción de la calificación crediticia de Colombia no es solo un dato técnico para especialistas. Es una alerta sobre el costo creciente de financiarse en los mercados internacionales y sobre el estrechamiento del margen fiscal en un contexto donde el gasto sigue al alza y la regla fiscal quedó en suspenso.
Así, en una decisión esperada, tras la activación de la cláusula de escape de la regla fiscal por parte del gobierno, dos de las tres principales agencias calificadoras de riesgo —Moody’s y Standard & Poor’s— redujeron la calificación de la deuda colombiana, pasando de Baa2 a Baa3 y de BB+ a BB, respectivamente. Vale la pena recordar que Fitch Ratings había mantenido previamente su calificación en BB+, pero con perspectiva negativa.
Para dimensionar la relevancia de este movimiento es necesario entender qué representa una calificación crediticia. En esencia, se trata de una medida del riesgo asociado a la capacidad de pago de un emisor de deuda. A menor calificación, mayor es la percepción de riesgo de incumplimiento, y en el caso colombiano, este deterioro está estrechamente vinculado al desbalance fiscal: incremento sostenido del gasto público, menor recaudo tributario y, finalmente, la necesidad de acogerse a la cláusula de escape ante la inviabilidad de cumplir con la regla fiscal.
Ahora bien, más allá de los distintos niveles que manejan las escalas de calificación, existe una frontera crítica que divide a los emisores en grado de inversión y grado especulativo. Esta clasificación no solo envía una señal al mercado sobre el perfil de riesgo soberano, sino que determina la elegibilidad de los bonos en índices e inversionistas institucionales, cuyas políticas exigen mantener exposición únicamente a emisores con grado de inversión.

Como se observa en la Tabla 1, la reciente rebaja de S&P Global Ratings al nivel especulativo, alineándose con Fitch, tuvo implicaciones inmediatas. Un ejemplo concreto: 16 referencias de TES quedaron excluidas del índice Global Bloomberg Barclays, que exige que los emisores mantengan grado de inversión en al menos dos de las tres grandes agencias. Esto derivó en ventas forzadas de posiciones por aproximadamente $16 billones de pesos, según cifras de Bloomberg Línea.
Este tipo de movimientos no solo impacta a los índices, sino también a fondos institucionales con políticas de riesgo estrictas, como los fondos de pensiones internacionales, que son actores clave en los mercados emergentes. El resultado previsible: el perfil de los inversionistas interesados en deuda colombiana se desplaza hacia aquellos dispuestos a asumir un mayor riesgo, lo que, en consecuencia, eleva la tasa de interés exigida en futuras emisiones. Esto encarece el servicio de la deuda y, si se mantiene la senda de mayor gasto público sin un plan claro de ajuste fiscal, profundiza el déficit y la fragilidad de las finanzas públicas.
En suma, la rebaja de la calificación de Colombia no debe interpretarse como un hecho aislado, sino como la consecuencia lógica de un deterioro fiscal sostenido y de la ausencia de señales claras de disciplina en las finanzas públicas. Más allá del impacto inmediato en los mercados, esta decisión condiciona el costo futuro de financiamiento del país y restringe su acceso a capital en condiciones competitivas. La confianza de los inversionistas institucionales y la estabilidad macroeconómica están estrechamente ligadas a la credibilidad fiscal, y sin una estrategia concreta de ajuste y sostenibilidad, el margen de maniobra se irá reduciendo, con implicaciones no solo financieras, sino también sociales y económicas en el mediano plazo.
Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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