Emprender no es solo crear una empresa. Es tomar decisiones que afectan a la sociedad: qué problemas resolver, a quién contratar, cómo pagar, con qué valores operar, qué modelo de negocio sostener.
En un mundo que resalta éxitos, lanzamientos y rondas millonarias, poco se habla de la huella real que dejamos como fundadores. Hoy quiero explorar una forma de liderazgo que trasciende premios el crear empresa cómo acto político, el impacto social genuino, la conciencia con la que se hace y la política que ejerce todo emprendedor comprometido.
Emprender no es solo crear una empresa. Es tomar decisiones que afectan a la sociedad: qué problemas resolver, a quién contratar, cómo pagar, con qué valores operar, qué modelo de negocio sostener. Cada una de esas decisiones tiene consecuencias políticas, aunque no se lo reconozca explícitamente.
Elegir qué problema atacar es una declaración política. Un emprendimiento que decide resolver el acceso al agua potable está haciendo una apuesta diferente a uno que desarrolla apps para optimizar anuncios. Ambos son válidos, pero no son neutros. Elegir qué se construye y para quién es una forma de intervenir en el mundo.
La forma en que se lidera una empresa refleja una visión de poder. ¿Se lidera con jerarquías rígidas o con estructuras horizontales? ¿Se reparte riqueza o se concentra? ¿Se prioriza el bienestar del equipo o la eficiencia a toda costa? Todo eso define una postura ideológica.
Las condiciones laborales son una postura frente al sistema. Cuando un emprendimiento paga salarios justos, cuida la salud mental de su equipo, contrata con perspectiva de género o inclusión social, está tomando una posición política frente a la precarización y las desigualdades estructurales.
Elegir cómo y con quién crecer también es una decisión política. Aceptar inversión de ciertos fondos, asociarse con determinados actores o expandirse a costa de explotar recursos tiene implicancias éticas y sociales. No es lo mismo crecer a cualquier precio que crecer con límites conscientes.
Emprender es disputar narrativas. Emprender con una visión transformadora puede cuestionar el statu quo: romper con la idea de que solo vale el crecimiento ilimitado, o demostrar que un modelo basado en impacto social también puede ser rentable.
Emprender es un acto político porque implica usar recursos, poder e influencia para moldear la realidad. Negar esa dimensión política es irresponsable. El emprendedor, quiera o no, está tomando partido. La pregunta no es si tu emprendimiento es político, sino qué política está promoviendo.
Contacto:
LinkedIn:Salua García Fakih
Twitter: @Saluagf
*La autora es Cofundadora de la plataforma Symplifica, que trabaja por lograr la formalización de los empleados del hogar en Latam. En su instagram @saluagarciafakih promueve el emprendimiento y comparte sobre su experiencia como emprendedora. Cuenta con un Máster en Emprendimiento e Innovación de la Universidad del Rosario, Máster en Liderazgo de EADA Barcelona y es Especialista en Marketing de EAFIT.
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