Aunque una de las banderas del gobierno es la reindustrialización, con el fin de transitar de una economía ‘extractivista a una economía del conocimiento, productiva y sostenible’ , el sector privado pide señales claras y una visión de largo plazo.

En 2017, mientras lideraba la operación de Renault-Sofasa en Colombia, Luiz Fernando Pedrucci describió en una frase el desafío que enfrenta el país para ser más competitivo y crear una especie de nueva economía, basada en el conocimiento y menos dependiente de las exportaciones de petróleo y minerales.

“Envigado es la planta más competitiva de Renault en América y una de las más competitivas del Grupo en el mundo, de la portería para adentro. Pero no tenemos control de lo que sucede afuera”, dijo el directivo al aludir a los cuellos de botella que enfrenta el sector privado en materia de infraestructura y logística, en un entorno económico volátil.

Pedrucci, quien ahora se desempeña como CEO de Renault en Latinoamérica, visitó la misma planta en septiembre pasado y ratificó que el grupo francés invertirá US$100 millones para el ensamble del Kwid, a partir de 2025 que se destinará al mercado local y también será exportado a otros países de la región.  

Luiz Fernando Pedrucci,  presidente de Renault América Latina, y Ariel Montenegro, Presidente de Renault-Sofasa. El Kwid será ensamblado en Envigado.

En Colombia ya se ensamblan los modelos Logan, Sandero, Duster y Stepway, y a este portafolio se sumará el Kwid, uno de los vehículos compactos más vendidos de la marca en el país y Latinoamérica.

“No podemos cambiar lo que está afuera, mi labor con los equipos es hacer bien el trabajo, ser competitivos e invertir en la gente”, dijo Pedrucci aunque señaló que los anuncios del gobierno en materia de política industrial son bienvenidos y reveló que han venido trabajando con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, MinCIT.

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A estos anuncios se sumó General Motors, con una inversión de US$50 millones en su planta de Bogotá, en la que ya se está ensamblado el Chevrolet Joy, un vehículo que se importaba desde Brasil. “Nuestro objetivo es que la cadena de valor del sector siga viva, con nuevos proyectos y la exportación de productos con alto valor agregado”, dijeron los voceros de la compañía. “Tenemos nuevos robots y maquinaria de última tecnología en la planta”.

Como parte de las medidas de apoyo el ensamble local, que atraviesa una coyuntura retadora por una contracción en las ventas del 30% hasta septiembre, el Gobierno ha anunciado la revisión de los instrumentos para el fomento del sector, en un paso orientado a facilitar la reindustrialización, cuyo énfasis es la “transición de una economía extractiva a una del conocimiento, productiva y sostenible”, según Germán Umaña, que lidera el MinCIT.

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El objetivo es robustecer mecanismos como el Programa de Fomento para la Industria Automotriz (PROFIA); el Instrumento Arancelario para el Mejoramiento Ambiental y de la Seguridad Vial (IAMAS); el Régimen de Transformación y Ensamble y la política arancelaria, de cara a la política de reindustrialización. 

A pesar de los anuncios, Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios, ANDI, señala que, aunque la idea de la reindustrialización es interesante y acertada, el plan es todavía incompleto y carece de articulación con temas clave como la financiación y una visión de país de largo plazo. 

Bruce Mac Master, presidente de la ANDI.

“En Colombia tenemos un problema que no es menor. Casi siempre nos referimos a planes de desarrollo de cuatro años, porque eso es lo que dice la ley y lo que puede hacer un gobierno, pero eso no termina siendo suficiente para que un país defina su vocación productiva y una ruta de largo plazo”, explicó.

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Mac Master fue más allá. “Estamos en el segundo año de gobierno y, en este momento, estamos armando unas comisiones, generando un grupo de expertos sobre reindustrialización y vamos a tener resultados seguramente el año entrante. Entonces, ya iremos por el segundo año y medio del gobierno y quedará faltando año y medio, llegarán las elecciones y se acabó el cuatrienio”. 

A Mac Master también le preocupa el papel que jugarán los hidrocarburos y la minería en el proceso de reindustrialización, ya que, en palabras suyas, son y seguirán siendo claves en la generación de divisas para financiar la transición productiva a mediano y largo plazos. 

Confianza y el entorno son claves

Jefferson Marko, presidente de Gerdau Diaco

Gerdau Diaco es una siderúrgica brasilera que cada año transforma más de 360.000 toneladas de chatarra en Colombia y las convierte en productos de acero como la varilla corrugada.

En un entorno desafiante por la mayor inflación, la subida de las tasas de interés y una contracción superior al 40% en las obras civiles durante el último año, así como en la construcción de vivienda, Jefferson Marko, presidente de la compañía, explica que el impacto de la desaceleración en la cadena ha sido importante aunque Gerdau se ha enfocado en aumentar su competitividad.

De hecho, Marko espera que la reducción de la inflación se traduzca en una disminución en las tasas de interés, y confía en que las medidas anunciadas por el gobierno en materia de subsidios reactiven la construcción de viviendas.

“Este ha sido un año retador para la economía y el sector industrial en Colombia”, dice Marko y explica que aunque las importaciones han caído todavía representan entre 20% y 30% de un mercado local que demanda alrededor de 1,5 millones de toneladas anuales de acero.

En palabras suyas, una de las lecciones que dejó la pandemia es la necesidad de contar con un abastecimiento local de acero, cuya oferta global se vio limitada durante y después de la crisis sanitaria, a pesar de la competencia ‘desleal’ de algunos países productores. 

“Creemos que es necesaria la reindustrialización y el fortalecimiento de la industria local porque genera inversiones, empleos y aporta desarrollo al país y a la cadena”, dijo Marko a Forbes y anunció que la compañía, que en 2017 se consolidó como el joint venture Gerdau-Putney Capital Management, está lista para aumentar sus inversiones en Colombia, donde tiene una participación de mercado del 20%. 

“Hoy, con una enorme presión en los costos de las materias primas y con el precio del acero muy deprimido en el mercado local, tenemos resultados bajos en toda la cadena, pero en una situación normal tenemos la voluntad de ampliar la producción y seguir haciendo inversiones en economía circular, logística y utilizar nuevas fuentes de energía”, explicó.

Como parte de esos esfuerzos, la compañía acaba de lograr la Declaración Ambiental de Producto para la varilla corrugada que produce en Colombia, con un 98% de materia prima reciclada y una huella ambiental reducida. 

Transición energética y reindustrialización 

Fabio Galán, presidente de Acerías PazdelRío (foto: @PazdelRioSA).

Fundada hace 75 años, Acerías PazdelRío es otro de los jugadores claves del sector siderúrgico, con una participación de mercado del 22% y una producción anual de 380.000 toneladas de acero y entre 3.000 y 4.000 toneladas mensuales de fertilizantes, que ampliará en 2024.

“Un país no puede crecer sin industria siderúrgica. El hierro y el acero son necesarios como elementos de seguridad nacional”, explica Fabio Galán, presidente de la compañía, que es controlada por el grupo Trinity Capital y Structure Banca de Inversión.

Y aunque PazdelRío en su matriz energética consume energía hidráulica (80%) y gas (20%), Galán señala que el tren eléctrico de carga de la empresa moviliza 2,3 millones de toneladas (mineral de hierro y carbón), a lo cual se suman 1,7 millones de toneladas de carga a través de transporte terrestre, con una alta incidencia en el economía de Boyacá e incluso la nacional. 

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Pero a Galán le preocupa el impacto del Fenómeno de El Niño, dado que Paz del Río es uno de los mayores consumidores de energía del país.

“Colombia se desarrolla con infraestructura, pero también generando conocimiento de sus reservas y sus recursos (energéticos), y en la medida en que se conozcan y haya certidumbre y confianza puede aumentar su capacidad de crecimiento”, explica el presidente de la compañía que acaba de suscribir un contrato con Celsia para construir una granja solar de 15 hectáreas con una capacidad máxima de 9,9 MWh/hora y 18 GWh anuales de energía renovable, un proyecto que le proveerá el 6% de su demanda total de energía.

En otras palabras, para hablar de reindustrialización Galán considera que es fundamental garantizar el abastecimiento tanto de materias primas como de energéticos y allí el carbón juega un papel clave como fuente de respaldo.

“El país tiene que pensar en inversiones para poder crecer. Nosotros como Acerías estamos viendo un proyecto para 2025, la modernización del alto horno que asegurará nuestra producción de acero”, explicó el presidente de la compañía que genera 1.500 empleos directos, 1.300 indirectos e ingresos a  14.000 familias en sus zonas de influencia.

“Somos el ejemplo más constructivo de industrialización. La economía gira en torno a los minerales y, aunque todos estamos llamados a hacer una reducción de emisiones y la transición energética, el carbón y el carbón térmico son necesarios para la generación de energía”, agregó Galán.

De hecho, según explicó, para construir una turbina eólica se necesitan cerca de 1,200 toneladas de concreto para el sostenimiento, 335 toneladas de acero y 4,7 de cobre que es el bobinado que se requiere para generar 3,5 megas de electricidad.

¿Tiene futuro la política industrial? Aunque la ANDI ha insistido en un cambio de paradigma -lo que de alguna refleja la propuesta del gobierno-, y ha pedido políticas públicas como las que han aplicado los países que dieron el salto en materia productiva, Mac Master insiste en que el sector empresarial necesita saber “si somos unos socios aceptables y requiere las condiciones para generar más inversiones, mayor actividad y sentir que este es un lugar donde queremos estar y somos bien recibidos”.